En un giro de acontecimientos que ha dejado a la maquinaria de los sueños fabricados en estado de shock, el sumo sacerdote de las relaciones públicas de Keanu Reeves ha salido al quite para desmentir uno de los rumores más audaces de la temporada: la supuesta y clandestina unión marital del actor con su musa, Alexandra Grant.
Según las sagradas escrituras del cotilleo moderno, también conocidas como People y US Magazine, esta pareja de ermitaños voluntarios lleva desde el lejano 2018 en un encierro amoroso tan privado que hace parecer al Vaticano como una casa de cristal. No obstante, la chusma digital fue alertada recientemente de que estos dos seres etéreos habían decidido someterse al arcaico ritual burgués del matrimonio.
Una página, en un arrebato de creatividad digno de un premio Pulitzer de la ficción, llegó a detallar con precisión envidiable los pormenores de una ceremonia a la que, por supuesto, nadie fue invitado, lo que la convierte en el evento perfecto: sin testigos incómodos ni pruebas verificables.
Frente a esta monumental construcción de la ilusión colectiva, la voz de la cordura (o al menos, la del portavoz pagado) se alzó con la contundencia de un martillo sobre un globo. “No es cierto”, declaró el emisario oficial a los becarios de E! News, añadiendo con un laconismo que corta el aliento, “No están casados”. Una negativa tan seca que deja flotando en el ambiente la pregunta esencial: en el circo de las celebridades, ¿qué es más real, la vida cuidadosamente gestionada o los deseos proyectados por sus fervientes adoradores?
