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La absurda cruzada genética de unos jeans azules

Una campaña de jeans desata un debate inesperado sobre genética y supremacía.

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La absurda cruzada genética de unos jeans azules

La actriz como víctima colateral del capitalismo identitario.

En un giro que nadie anticipó —excepto quizá los algoritmos de Twitter—, una campaña de mezclilla logró lo imposible: convertir unos pantalones en un manifiesto eugenésico del siglo XXI. La firma American Eagle, en su infinita sabiduría mercadológica, decidió que vender jeans era demasiado mundano y optó por vender destino biológico.

La protagonista, Sydney Sweeney —famosa por interpretar a mujeres en aprietos existenciales—, apareció proclamando que sus “genes son azules”. Lo que en otro contexto sería un guiño a la poesía surrealista, aquí se interpretó como un llamado a las armas cromosómicas. Las redes sociales, siempre sedientas de indignación selectiva, declararon la frase como código secreto del Ku Klux Denim.

La marca, atrapada en su propia trampa semántica, salió al rescate con un comunicado digno de la ONU: ¡Eran jeans, no genes!. Añadieron que las mariposas en los bolsillos simbolizaban esperanza mental, aunque nadie reparó en ello entre el griterío por la supuesta apología a la aristocracia melanina.

Mientras tanto, Sweeney —como todo buen chivo expiatorio del circo digital— guardó silencio. Quizá reflexionando sobre cómo su papel más controvertido terminó siendo el de modelo accidental de supremacía textil. La moraleja: en la era de la hiperinterpretación, hasta un dobladillo puede ser un crimen de lesa humanidad.

Nota del editor: Ningún jean fue dañado durante esta polémica, solo la cordura colectiva.

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