La audiencia del reality show cruza la línea con amenazas a la novia de Facundo

En un giro que nadie (excepto todos) vio venir, Delia García, prometida de Facundo, el mártir voluntario de “La casa de los famosos México“, ha descubierto que la democracia digital tiene un pequeño defecto: permite que cualquiera con un teclado y un coeficiente intelectual de temperatura ambiente ejerza de fiscal, jurado y verdugo. Desde que su amado decidió encerrarse voluntariamente en un reality (la versión millennial de arrojarse a los leones), Delia ha recibido el paquete completo de la “cultura del debate”: amenazas de muerte, sugerencias creativas de abuso sexual y comentarios que harían sonrojar a un troll de foro de 2007.

Durante un conmovedor “En Vivo” (ese ritual moderno donde las víctimas deben demostrar su dolor en directo para ser validadas), Delia confesó su perplejidad ante el hecho de que un programa donde adultos discuten por la última porción de arroz pueda desatar tanto odio organizado. “Me parece escalofriante que alguien pueda escribir eso por un programa de televisión“, declaró, olvidando que internet es el único lugar donde la gente invierte más energía en odiar que en vivir.

La valiente prometida juró no caer en las provocaciones, demostrando una madurez encomiable para alguien cuyo novio gana puntos televisivos haciendo caer a Aldo De Nigris como si estuvieran en una telenovela de los 90. Eso sí, los espectadores, en su infinita sabiduría colectiva, han decidido que si Facundo puede decir que Aaron Mercury “no debería estar en este mundo” (todo un poeta del siglo XXI), ellos tienen derecho a extender esa filosofía a su vida privada.

Mientras tanto, en algún lugar, un productor frota sus manos al ver cómo el rating sube junto con la toxicidad, demostrando una vez más que en la era del entretenimiento, el verdadero reality show ocurre fuera de la pantalla.