Espectáculos
La banda fantasma de la IA que arrasa en Spotify sin existir
Una banda inexistente conquista plataformas musicales, revelando los absurdos de la era digital.

La banda fantasma de la IA que arrasa en Spotify sin existir
En un giro digno de Black Mirror, The Velvet Sundown lo tiene todo: discografía, biografía épica, fotos de estudio con miradas intensas y hasta un sello verificado en Spotify. Solo falta un detalle: nunca respiraron. Esta creación de inteligencia artificial, que sonaría a chiste malo de un programador borracho, acumula casi un millón de oyentes mensuales. ¿El truco? Vender psicodelia sintética con guitarras generadas por algoritmos y voces masculinas que jamás sudaron en un escenario.
Discografía para fantasmas digitales
Sus álbumes —Floating On Echoes y Dust And Silence— suenan como “el recuerdo de un concierto al que nadie fue”, según su propia biografía, redactada por un bot con ínfulas de poeta maldito. Las plataformas los distribuyen sin rubor, mientras los créditos atribuyen todo a una entidad colectiva que, como el emperador romano, no tiene cuerpo. Las fotos del cuarteto, generadas por IA, muestran sonrisas tan perfectas como inquietantes: ¿acaso estos rostros sueñan con ovaciones que nunca escucharán?
El embrollo de los impostores
La farsa alcanzó su cúspide cuando Andrew Frelon, un personaje tan real como el Yeti, se autoproclamó portavoz. Tras confesar el engaño, la banda (es decir, quien controle sus perfiles) denunció el “secuestro de identidad”. Ironías aparte: ¿cómo se roba lo que no existe? Spotify, mientras tanto, mira para otro lado. Su CEO, Daniel Ek, ya avaló esta distopía musical: mientras no imiten a artistas de carne y hueso, las máquinas pueden competir por streams.

El gran teatro del absurdo
Organizaciones como Fairly Trained advierten sobre el peligro para los derechos de autor. Pero el verdadero chiste es ver a la prensa especializada —desde Rolling Stone hasta Billboard</em— analizar con solemnidad las "influencias" de un proyecto que, en esencia, es un experimento viral para exponer nuestra credulidad. Mientras, en Sídney, Londres o São Paulo, miles escuchan devotamente a estos músicos holográficos. Quizá pronto pidan entradas para un concierto… donde el telón nunca se alzará.
“Suenan como el recuerdo de un tiempo que nunca ocurrió”.
— Billboard (o quizá un bot de ChatGPT con síndrome de Peter Pan)
La moraleja es clara: en la era digital, el emperador no solo va desnudo, sino que además tiene un contrato discográfico y 937 mil oyentes que aplauden su ausencia.

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