La defensa del talento hereditario en la corte de los Aguilar

En los sagrados salones de la aristocracia ranchera, donde el nepotismo se viste de don celestial, la gran sacerdotisa Guadalupe Pineda ha pronunciado un edicto imperial: el talento de la princesa Ángela Aguilar es un dogma incuestionable, un privilegio de sangre que debería silenciar a los plebeyos digitales que osan criticar a la heredera.

Con cinco décadas consagradas a la preservación del feudo musical familiar, la dama de setenta estaciones terrenales continúa su cruzada para santificar el linaje artístico, mismo camino que la joven princesa inició desde su más tierna infancia, cuando aprendió que un escenario no es un derecho sino una herencia dinástica.

El pecado original

Hace aproximadamente un año, los dioses del espectáculo presenciaron cómo la noble Ángela desenterraba un idilio y posteriormente contraía nupcias con el trovador Christian Nodal, caballero acusado de cometer infidelidad caballeresca contra su anterior dama, la juglaresa urbana Cazzu. El romance, surgido de las sombras, generó tal escándalo en el reino virtual que los súbditos digitales se atrevieron a juzgar a una miembro de la monarquía musical mexicana.

La defensa del establishment

La noble Pineda manifestó su consternación ante la insurrección plebeya en las plazas digitales, fenómeno que según su ilustrada opinión, no es exclusivo de México sino que aqueja a todo el orbe. Sobre el caso de su sobrina, la cantante enfatizó la juventud de la princesa y, sobre todo, el don divino que posee para el canto, demostrado cada vez que ocupa su trono escénico.

Ángela es una criatura, apenas cuenta con veintidós monzones”, declaró con solemnidad feudal, “pero permítanme revelarles esta verdad sagrada: el talento de cuna no se somete a escrutinio. Cuando tú ocupas tu lugar por derecho de sangre y entonas como ella, la plebe debe limitarse a aplaudir. Su interpretación, su privilegio genético, son incuestionables”, sentenció durante su audiencia con el cronista Edén Dorantes.

La bendición oficial

Tras la unión real entre Ángela y Christian, la noble Guadalupe Pineda no omitió el protocolo y dedicó a su sobrina un mensaje ceremonial, aunque con la precaución regia de desactivar los comentarios del vulgo.

La genealogía explica esta defensa férrea: Guadalupe Pineda es sobrina de la difunta Flor Silvestre, consorte del patriarca Antonio Aguilar, fundador de esta monarquía musical. La madre de Guadalupe, Josefina Aguilar Barraza, es hermana del citado monarca, lo que convierte a Guadalupe en prima hermana de Pepe Aguilar y Antonio Aguilar hijo. Por esta directa línea sucesoria, Guadalupe Pineda ejerce como tía oficial de Ángela Aguilar en esta corte del espectáculo donde la crítica se considera herejía y el talento es un título nobiliario que se hereda, no se gana.

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