La Fábrica de Sueños Celebra su Última Producción Matrimonial

La Industria del Amor, S.A., Anuncia su Nuevo Lanzamiento Estelar

En un movimiento estratégico que ha dejado boquiabiertos a los analistas de mercados emocionales, la corporación Selena Gómez, Inc. y el holding Benny Blanco Enterprises han anunciado su fusión definitiva mediante el ritual sagrado del matrimonio-celebridad. La transacción, programada para finales de septiembre, promete ser el producto de entretenimiento más lucrativo de la temporada.

Las instalaciones de producción, situadas en algún enclave ultrasecreto del sur de California –posiblemente una base militar reconvertida en resort de lujo–, estarán equipadas con el último sistema de desplazamiento discreto de invitados, garantizando que ni un solo pixel de espontaneidad escape al rigurosamente coreografiado evento.

Los orígenes de esta alianza comercial se remontan a 2023, cuando el departamento de relaciones públicas de Gómez identificó en Blanco el antídoto perfecto contra sus anteriores fracasos sentimentales de alto rendimiento. La estrategia fue brillante: mientras la plebe debatía acaloradamente sobre la apariencia física del productor, se distraía convenientemente de examinar los verdaderos términos del acuerdo.

Resulta particularmente delicioso que el ahora prometido catalogara en 2020 a la artista como un “producto pop estándar con línea de maquillaje propia”. Qué romántico resulta cuando el análisis de mercado se transforma en declaración de amor. La cantante, en un arrebato de sinceridad corporativa, ha declarado que Blanco “supera todos los indicadores de rendimiento afectivo” establecidos por sus anteriores asociados.

El protocolo de compromiso se ejecutó con precisión milimétrica: exhibición del anillo –una pieza de ingeniería joyera que probablemente requiere su propio certificado de peso y balanza– en Instagram, seguida de la correspondiente reacción en cadena de las marcas asociadas. Hasta Taylor Swift, LLC confirmó su participación como flower girl corporativa, en lo que sin duda será el cameo más rentable de la ceremonia.

Los preparativos han avanzado con el secretismo propio de una operación de inteligencia. Blanco declaró a Therapuss: “Creo que este verano nos sentaremos y decidiremos: ‘OK, ¿qué hacemos?'”. Una conmovedora muestra de espontaneidad en medio de la meticulosa planificación logística.

El preludio mexicano de la operación “Despedida de Soltería” fue un masterclass en branding emocional. Con mariachis que probablemente firmaron acuerdos de confidencialidad, y invitadas portando máscaras del novio –¿será el nuevo merchandising oficial?–, la celebración incluyó todos los elementos requeridos: vestido blanco simbólico, bikini discreto (pero fotogénico) y un yate que probablemente tenía mejor wifi que la mayoría de hogares occidentales.

Los letreros de “MRS Levin” decoraban el ambiente, confirmando que hasta el más mínimo detalle ha sido trademarkeado, patentado y asegurado contra imprevistos. En el gran teatro del espectáculo moderno, hasta el amor debe tener su guion aprobado por marketing.