La guerra legal de Pitt y Jolie por el viñedo francés

En un sublime ejercicio de madurez emocional, los exconsortes Brad Pitt y Angelina Jolie han decidido perpetuar su unión a través del más noble de los vínculos: la litigación eterna. Aunque su divorcio concluyó formalmente, la pareja ha descubierto que los viñedos del Château Miraval en Francia constituyen un terreno mucho más fértil para cultivar rencores que uvas.

El insaciable apetito judicial de Pitt lo ha llevado a exigir a su expareja la módica suma de 35 millones de dólares, porque nada dice “superación” como convertir una relación sentimental en un caso de estudio para estudiantes de derecho corporativo. El detonante de esta muestra de desapego saludable fue que Jolie osó vender su participación a un oligarca ruso, demostrando que en el amor y la guerra, todo se vale, especialmente cuando hay bienes inmuebles de por medio.

Los equipos legales, en su infinita sabiduría, han convertido lo que pudo ser un simple trámite notarial en una epopeya homérica donde los correos electrónicos sustituyen a las espadas y las mociones judiciales a los hechizos. Pitt alega existencia de un pacto de caballeros, mientras Jolie sostiene que dicho acuerdo tiene la misma solidez legal que los votos matrimoniales que intercambiaron en ese mismo lugar en 2014.

EL ARTE DE LA CONTRADEMANDA

La actriz, en un movimiento estratégico digno de Sun Tzu, ha contraatacado argumentando que vender activos a desconocidos es su particular método de terapia postraumática. Sus seis vástagos, sin duda, encontrarán inspiración en esta lección sobre cómo cerrar ciclos mediante transacciones inmobiliarias internacionales.

El meollo del asunto reside en determinar si existía realmente un acuerdo, o si, por el contrario, estamos ante otro ejemplo de esa tendencia humana a reescribir la historia según convenga a los intereses de cada cual.

LA DANZA DE LA CONFIDENCIALIDAD

El verdadero espectáculo se desarrolla alrededor de un acuerdo de confidencialidad que Pitt pretendía imponer, aparentemente diseñado para enterrar los fantasmas de un incidente aéreo investigado por el FBI. Qué romántico resulta descubrir que el último vestigio de intimidad conyugal es un documento legal que prohibía hablar sobre comportamientos personales.

Jolie, en un giro magistral, ha invocado el privilegio abogado-cliente, demostrando que cuando se trata de evitar entregar papeles, incluso las estrellas de Hollywood pueden encontrar inspiración en las tácticas de los capos mafiosos.

EL CIRCUITO JUDICIAL

El caso avanza con la celeridad característica de la justicia, donde las audiencias se programan con meses de anticipación, dando tiempo suficiente para que los involucrados cultiven nuevas animosidades. La próxima cita en este serial legal está agendada para diciembre, porque ¿qué mejor manera de celebrar las fiestas que con interrogatorios cruzados?

Así continúa esta farsa monumental donde dos de las personas más privilegiadas del planeta demuestran que, cuando se trata de peleas por propiedades, todos somos iguales: perfectamente ridículos.

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