Lo que la Corte Oculta: La Sórdida Batalla Legal de Sia
Una investigación profunda revela que lo que se presenta como un divorcio conflictivo entre la cantante Sia y Daniel Bernad es, en realidad, un laberinto de acusaciones criminales y contraacusaciones que ponen en jaque no solo la custodia de su hijo, Somersault, sino la reputación de ambos.
Los documentos judiciales, obtenidos y analizados, pintan un cuadro sombrío. Bernad solicita la custodia exclusiva, argumentando que Sia representa un “peligro inminente” debido a un presunto abuso de sustancias. Pero, ¿es esta una estrategia legal o refleja una preocupación genuina? Las fuentes consultadas señalan que esta es solo la punta del iceberg.
La Acusación Enterrada: Una Investigación del LAPD
Al indagar en los archivos del caso, surge una revelación explosiva. Según información confirmada por TMZ y fuentes cercanas al proceso, Sia restringió las visitas de su exesposo tras una investigación iniciada en 2005 por el Departamento de Policía de Los Ángeles (LAPD) y el Departamento de Servicios para Niños y Familias (DCFS). ¿La causa? La presunta presencia de material de abuso sexual infantil en el disco duro de la computadora de Bernad.
¿Por qué este dato crucial no es el centro del debate público? ¿Se está manipulando la narrativa para ocultar la gravedad de una de las acusaciones?
El Factor Financiero: ¿Venganza o Necesidad?
El conflicto se extiende al ámbito económico. Bernad exige 77 mil dólares mensuales por manutención infantil y una pensión conyugal de 250 mil dólares, alegando que quedó en la indigencia después de que Sia dejara de financiar su empresa. Sin embargo, uno se pregunta: ¿es esta una demanda legítima o un intento de capitalizar un proceso ya envenenado?
Frente a la acusación de posesión de pornografía infantil, la defensa de Bernad es contundente: la evidencia pudo haber sido “plantada“. Pero, ¿por quién y con qué propósito? Esta afirmación, de ser probada, cambiaría completamente el curso del caso.
Conclusión: Una Verdad por Descubrir
Tras conectar los puntos dispersos, la imagen que emerge es la de una guerra legal donde nada es lo que parece. Las “diferencias irreconciliables” que llevaron a su separación en marzo de 2025 son solo la fachada de un conflicto que involucra acusaciones de criminalidad, posibles campañas de desprestigio y sustanciales intereses económicos.
La pregunta final persiste: en esta batalla campal donde cada parte intenta destruir la credibilidad de la otra, ¿quién está protegiendo realmente el bienestar del niño atrapado en el medio? La corte tiene la última palabra, pero la investigación periodística sugiere que las capas de este caso están lejos de ser reveladas en su totalidad.




















