La hermana de Liam Payne honra su memoria con ofrenda
En mi larga trayectoria observando cómo el duelo se expresa a través de la cultura, pocas veces he visto una fusión tan conmovedora como la que Ruth Gibbins, hermana de Liam Payne, creó para honrar el primer aniversario del fallecimiento del cantante. El pasado 16 de octubre marcó ese doloroso hito, y ahora, durante el Día de Muertos, Ruth optó por una ofrenda mexicana tradicional, completa con flores de cempásuchil, veladoras y una fotografía de su hermano. A lo largo de los años, he aprendido que el dolor no entiende de fronteras, pero las tradiciones sí pueden viajar para ofrecer consuelo.
La cultura mexicana posee una capacidad extraordinaria para trascender límites geográficos. No son solo los miles de turistas que peregrinan a México cada noviembre para experimentar de primera mano el 2 de noviembre, una fecha impregnada de cosmogonía ancestral. Muchos, desde sus propios hogares alrededor del mundo, adoptan estas prácticas sincréticas para crear sus propios rituales de conexión con quienes se han ido. Ruth Gibbins es un ejemplo paradigmático de este fenómeno.
Esta tarde, la hermana mayor de Liam compartió en sus redes sociales un par de instantáneas del homenaje que montó para el exintegrante de One Direction. “I hope you find your way to me today, love always Liam”, escribió. Esa frase, tan simple y a la vez tan cargada de significado, refleja la esencia misma de la tradición: la creencia en un reencuentro momentáneo, en un puente entre dos planos de existencia. He visto cómo este tipo de acciones, más allá de su valor espiritual, otorgan una estructura tangible al caos del duelo.
En las fotografías se distingue con claridad la meticulosa puesta en escena: el papel picado adornando la pared de su hogar, un cartel colorido con la leyenda “Día de los Muertos”, dos velas moradas, una “L” mayúscula iluminada por pequeñas luces y, por supuesto, las indispensables flores de cempásuchil dispuestas con intención en el altar. Cada elemento en una ofrenda tiene un propósito, una simbología que he llegado a comprender con profundidad tras décadas de estudio. No son meros adornos; son herramientas para la memoria y el sentimiento.
El día exacto del aniversario luctuoso, Ruth ya había exteriorizado su pesar con unas palabras desgarradoras: “un año, 12 meses, 52 semanas, 365 días… de cualquier manera en que lo diga, todavía significa la más desgarradora verdad: que no estés aquí (…). Subestimé el dolor, vaya… ¿lo subestimé? Estoy paralizada por ello”. Esta raw honestidad me recuerda una lección crucial que la vida me ha enseñado: por más que creamos estar preparados para una pérdida, su realidad siempre nos toma por sorpresa. El duelo no es una emoción, es un territorio que hay que habitar.
El tributo de Ruth Gibbins trasciende lo personal para convertirse en un testimonio de la riqueza y el poder consolador de la tradición del Día de Muertos. Esta conmemoración, que muchos malinterpretan como una festividad lúgubre, es en realidad un vibrante momento de conexión entre el mundo de los vivos y el de los muertos. Cada ofrenda es un universo de significado único, y la de Ruth no es la excepción.
Los seguidores de Liam Payne han inundado las redes sociales con mensajes de apoyo para Ruth, reconociendo no solo el impacto que el artista tuvo en sus vidas, sino también la profunda resonancia de verlo honrado a través de una tradición tan vital y colorida. La acogida positiva hacia esta ofrenda confirma algo que he observado una y otra vez: recordar y celebrar la vida de aquellos que partieron es una necesidad humana universal. Y a veces, las tradiciones más antiguas nos ofrecen el lenguaje más elocuente para hacerlo.















