La insólita afirmación sobre la vida de Juan Gabriel

La Persistente Sombra de un Ídolo

En mi larga trayectoria siguiendo el fenómeno de las leyendas populares, pocas historias poseen la tenacidad de la que rodea a Juan Gabriel. He sido testigo de cómo el mito se alimenta a sí mismo, y el reciente episodio con Joaquín Muñoz es un caso de estudio perfecto.

Joaquín Muñoz, autor de “Juan Gabriel y yo”, mantiene su polémica postura.

El escritor Joaquín Muñoz, conocido por su obra “Juan Gabriel y yo“, ha vuelto a la carga, asegurando con inquebrantable convicción que “El Divo de Juárez” no ha fallecido. Incluso relata que el artista presenció la proyección de su concierto en el Zócalo de la Ciudad de México. A lo largo de los años, he aprendido que estas afirmaciones, por descabelladas que parezcan, suelen arraigar en un profundo deseo colectivo de negar la partida de un símbolo cultural.

En sus redes sociales, Muñoz narró una escena cargada de emotividad: “Anoche, Juan Gabriel presenció su concierto con gran emoción al ver a sus seguidores abarrotando el Zócalo“, refiriéndose a la función que Netflix realizó del histórico recital del cantante en el Palacio de Bellas Artes. He visto cómo la proximidad pasada de una persona a un ícono le otorga, en su propia mente, una credibilidad absoluta, incluso cuando se enfrenta a la evidencia fáctica.

La descripción se vuelve aún más vívida: “Hasta el punto de que las lágrimas rodaron por su rostro al ver a toda la gente que lo quiere y a quien agradece individualmente“. Este nivel de detalle es un patrón clásico en las narrativas de supervivencia. Quien fuera su amigo, y que ahora muchos tachan de traidor a su legado, construye su relato sobre la frágil línea que separa la admiración de la obsesión. La lección que he extraído es que cuando un artista se convierte en mito, su historia ya no le pertenece por completo.

Lo innegable, el dato concreto que cualquier cronista debe registrar, es el poder del legado de Juan Gabriel. La celebración en el Zócalo congregó a más de 170 mil almas, según las cifras de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México. Esa abrumadora cifra, más que cualquier teoría, es el testimonio real de que la esencia de un verdadero ícono es, en efecto, eterna. Su música, su figura, su esencia, permanecen tan vivas como el primer día.

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