La Justicia de los Magnates y el Perdón a Medida

En el gran teatro de la justicia estadounidense, donde los ricos y famosos interpretan dramas carcelarios de bajo presupuesto, el magnate del hip-hop Sean “Diddy” Combs aguarda su turno en el escenario. Su próxima actuación, titulada “La Sentencia”, está programada para el 3 de octubre. El argumento es sencillo: fue declarado culpable de los pecadillos mundanos de proxenetismo, pero la audiencia (es decir, el jurado) le perdonó la función principal de trata de personas, un guion considerado demasiado vulgar para su estatus.

Sus abogados, auténticos magos del legalismo, han presentado un memorando que bien podría ser un tratado sobre la fragilidad del genio castigado. Argumentan que su cliente, habiendo cumplido una temporada en el lúgubre Metropolitan Detention Center de Brooklyn —un establecimiento de cinco estrellas para la redención—, ya ha pagado su deuda con la sociedad. Según su defensa, sufrir vigilancia antisuicidio y la ausencia de quinoa orgánica constituye un suplicio suficiente. Proponen, en un arranque de magnanimidad, que una condena de 14 meses sería un “castigo justo”, una suerte de retiro espiritual antes de regresar a su “extraordinaria vida”.

Para avalar esta epopía del arrepentimiento, adjuntaron más de 75 cartas de apoyo. Entre ellas, destaca la misiva de la rapera Caresha “Yung Miami” Brownlee y la sorprendente contribución de una expareja, Virginia “Gina” Huynh, quien anteriormente lo acusó de agresión física. Parece ser que en el universo paralelo de los poderosos, las víctimas se transforman en character witnesses por arte de un cheque bien puesto.

Mientras tanto, en el ala cómica de este sainete, surge la figura del posible salvador: el expresidente Donald Trump. Se reveló que los emisarios de Combs exploran la opción del indulto presidencial. Trump, en su papel de deus ex machina caprichoso, declaró con la ecuanimidad que le caracteriza: “Era muy amigo de él… pero cuando me presenté como candidato, se mostró muy hostil. No nos gusta que las emociones nublen nuestro juicio”. Una lección magistral sobre cómo el perdón judicial puede depender de un like en una red social perdido en el tiempo.

Así, el circo continúa. Combs fue absuelto de los cargos que conllevaban cadena perpetua, y ahora solo enfrenta una pena máxima de 20 años por prostitución, una bagatela para un hombre acostumbrado a negocios multimillonarios. El mensaje es claro: en el Olimpo de la élite, la justicia es solo otro bien de consumo, sujeto a descuentos y negociaciones.

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