En un golpe maestro de marketing macabro, la firma nacional Barragán ha decidido que lo que México realmente necesita no es justicia, sino merchandising penitenciario. Su nueva chaqueta, un homenaje estilístico al archifamoso capo Joaquín “El Chapo” Guzmán, no es una simple prenda: es un artefacto sociológico que convierte al usuario en un maniquí ambulante del narcoespectáculo.
El Subliminal Mensaje Escarlata
La pieza, de un blanco virginal que evoca las paredes del penal del Altiplano, esconde en su forro el detalle dantesco: una generosa mancha carmesí que simula un derramamiento de hemoglobina justo donde late el corazón. Los creativos de la marca, en un arrebato de realismo grotesco, han interpretado que el dolor nacional es el accesorio perfecto para completar el conjunto. ¿Por qué contentarse con usar una historia cuando puedes vestir la sangre metafórica de miles de víctimas?
La Ética Desaparece en un Video Generado por IA
Para coronar esta operación de glamourización del crimen, la campaña se apoya en un spot fantasmagórico creado con inteligencia artificial. Nada como recurrir a una conciencia sintética para promover una ausencia de conciencia real. El debate, como era previsible, no se ha hecho esperar: ¿es lícito convertir a un criminal convicto en una musa fashion? Mientras tanto, las marcas descubren que la inmoralidad vende más que el algodón orgánico, y que en el gran bazar del capitalismo tardío, hasta la infamia puede ser pret-a-porter.















