Un Paradigma Disruptivo en el Escenario Global
La confirmación de que Bad Bunny, el ícono puertorriqueño, iluminará el show de medio tiempo del Super Bowl LX no es una simple noticia de entretenimiento; es un manifiesto. Representa la colisión calculada entre el establishment deportivo más tradicional y la vanguardia cultural latina, un movimiento estratégico que la NFL está ejecutando con una precisión visionaria.
Frente a la polémica suscitada y los comentarios del expresidente Donald Trump, Roger Goodell, máximo comisionado de la liga, ha confirmado con contundencia que no existe ningún plan para retirar al artista del escenario más icónico del deporte estadounidense. En una reciente conferencia de prensa, Goodell abordó el tema con una perspectiva macro: “El diseño del espectáculo está meticulosamente elaborado. No recuerdo haber seleccionado a un intérprete sin enfrentar críticas. La complejidad es inherente cuando la audiencia supera los cientos de millones de espectadores”, declaró.
El directivo no solo defendió la decisión, sino que la enmarcó como un momento histórico de cohesión. Aseguró que será una presentación memorable y enfatizó que Benito Antonio Martínez Ocasio comprende profundamente la envergadura del evento: “Anticipamos que será electrizante y constituirá un instante de unidad colectiva”.
La Cita de Febrero: Un Campo de Batalla Cultural
El Super Bowl LX se celebrará el 8 de febrero en el Levi’s Stadium de Santa Clara, California. La incógnita sobre la asistencia de Trump se mantiene, a pesar de su presencia recurrente en eventos deportivos durante su segundo mandato. Goodell, en su defensa, también destacó que la selección del cantante se basó en su fenomenal popularidad global y el valor disruptivo que aporta a la experiencia del espectáculo.
La postura de Trump, emitida en una entrevista con la cadena conservadora Newsmax, fue de abierta incomprensión: “Nunca había tenido noticia de Bad Bunny. Desconozco su identidad. Ignoro los motivos de esta elección. Me parece una insensatez. Y después atribuyen la responsabilidad a un promotor que contrataron. Me resulta absolutamente absurdo”.
Una Voz Inquebrantable Frente al Poder
A lo largo de su meteórica trayectoria, Bad Bunny ha sido una voz crítica y constante contra la administración de Donald Trump, denunciando con especial vehemencia la gestión de la crisis en Puerto Rico tras el huracán María. El artista ha utilizado su música, sus intervenciones públicas y sus redes sociales como herramientas de manifestación política y resistencia cultural.
En una decisión estratégica y cargada de simbolismo durante su última gira mundial, el intérprete decidió no programar conciertos en Estados Unidos, priorizando la seguridad de sus seguidores ante el temor de posibles redadas de ICE (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas).
En una conversación con la revista i-D, Bad Bunny reflexionó: “Siempre he valorado la conexión con la comunidad latina en Estados Unidos. Sin embargo, para nuestras presentaciones en Puerto Rico, al ser un territorio no incorporado, el público podía asistir sin ese temor. Los puertorriqueños y latinos residentes en el continente también tenían la opción de viajar. No obstante, la preocupación por la presencia de ICE en las inmediaciones de un recinto era una sombra que nos generaba una profunda intranquilidad”.
La Fricción como Combustible para el Cambio
La trayectoria de Bad Bunny está marcada por una clara y pública disconformidad con la figura de Donald Trump. Su postura no es un mero gesto, sino un pilar fundamental de su arte y su activismo, utilizando cada plataforma a su alcance para desafiar narrativas y ejercer una influencia que trasciende la música para adentrarse en el terreno del cambio social.



















