La parodia del apoyo estatal en la tragedia de Iztapalapa

Cuando el Estado se esfuma, la caridad se viraliza

En un giro de eventos que solo podría ser calificado de hilarantemente trágico, la nación se ha estremecido ante la noticia de que una artista, conocida como Amandititita, ha tenido que hacer las veces de un ministerio de salud mental improvisado. Sucedió tras la explosión de una pipa de gas en el Puente de la Concordia, en la alcaldía Iztapalapa, un suceso que, por supuesto, las autoridades han catalogado como un imprevisto fortuito del progreso.

Mientras los aparatos burocráticos se dedicaban a lo suyo—presumiblemente, a redactar comunicados de prensa que minimizan la catástrofe—, la ciudadana de a pie, en un arrebato de ingenuidad conmovedora, decidió que la salud psicológica de los sobrevivientes no podía esperar a la próxima sesión de un congreso paralizado. Así, con la simpleza de quien organiza una lista de invitados para una fiesta, Amandititita compiló un directorio de profesionales dispuestos a ofrecer sus servicios de manera gratuita.

“Lo que sucedió en Iztapalapa es una herida que se va a empezar a abrir”, declaró la artista, con una perspicacia que debería ser requisito para ocupar un cargo público. “De pronto estos acontecimientos nos hacen muy conscientes de la fragilidad y vulnerabilidad de la vida.”

¡Qué revelación tan sublime! Mientras el gobierno municipal y federal se enreda en la maraña de sus propias incompetencia, son los ciudadanos quienes deben recordarles que una vida destrozada no es un dato estadístico. La señorita Escalante Pimentel—su nombre real, que suena a funcionaria de tercera categoría en una novela de Kafka—se ha convertido, sin querer queriendo, en el más efectivo (y desde luego, el único) programa de auxilio psicológico post-traumático disponible.

“México es un País, que dudo mucho que exista uno más generoso en el mundo”, añadió, en un alarde de optimismo que raya en la herejía cívica. Efectivamente, es un país tan generoso que sus habitantes deben suplir con beneficencia lo que el erario público es incapaz de garantizar. Es el sueño neoliberal hecho realidad: donde termina la responsabilidad del Estado, empieza la caridad viral de Instagram.

El balance oficial, por si a alguien le importa, es de 27 fallecidos, 18 hospitalizados y 39 dados de alta. Cifras que, sin duda, lucirán espléndidas en el próximo informe de gobierno, entre gráficas de colores y promesas de que esto jamás volverá a suceder. Mientras tanto, en el mundo real, la verdadera red de apoyo no está en los palacios de gobierno, sino en la bandeja de entrada de una cantante. Una lección de civismo en la era de la absurdidad.

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