La peregrinación sagrada al templo del conejo malvado

La Peregrinación Sagrada al Templo del Conejo Malvado

En un acto de devoción masiva que haría palidecer a cualquier peregrinación religiosa, el sumo sacerdote del reguetón, conocido por su alias profano Bad Bunny, ha inaugurado su octogonal catedral de hormigón y gritos en el Estadio GNP Seguros. La Ciudad de México, siempre ávida de nuevos rituales para olvidar los antiguos problemas, se ha postrado ante el altar de la cultura del streaming y el merchandising sagrado.

El Advenimiento del Mesías de la Perreo Intenso

El bardo urbano ha proclamado, con la solemnidad de un estadista anunciando una reforma fiscal, que este será el epílogo de su gira “Debí tirar más fotos World Tour“. Una confesión que, en su profunda vacuidad, resume nuestra era: el arrepentimiento por no haber documentado lo suficiente la experiencia, no por no haberla vivido. Durante dos horas de éxtasis colectivo, los feligreses corearon salmos como “Callaita” y “La Mudanza”, en un trance que probablemente será la experiencia espiritual más significativa de su trimestre. Mañana, el rebaño volverá a la misma jaula, convencido de que es un templo.

La Logística del Éxtasis: Cómo Alcanzar la Iluminación (Sin Perder el Metro)

Ante la afluencia de miles de almas provenientes de todos los confines de la república y de naciones vecinas, surge el gran interrogante de la fe moderna: ¿cómo llegar al recinto sin que la logística profane la experiencia mística? He aquí el manual sagrado para la peregrinación urbana, un tratado donde la planificación vial sustituye a la plegaria.

El Vía Crucis Subterráneo (Metro)

La opción más veloz para el asceta urbano es la Línea 9, ese río de humanidad color café que fluye entre la banalidad de Tacubaya y el infinito caos de Pantitlán. La estación prometida es Ciudad Deportiva, donde, al emerger, el peregrino se encontrará cara a cara con las puertas del cielo, o al menos con sus taquillas. Si la muchedumbre alcanza niveles apocalípticos, los devotos pueden descender en estaciones penitenciales como Velódromo o Puebla y completar su viaje a pie, en un acto de humildad pre-concierto.

El Autobús de los Elegidos (Metrobús)

Para el creyente que busca un purgatorio más controlado, las estaciones de Iztacalco y UPIICSA ofrecen una caminata expiatoria de entre diez y quince minutos. Un tiempo perfecto para meditar sobre el costo del boleto y la probabilidad de que su teléfono sea sustraído.

La Caravana del Metal (En Automóvil)

Si su fe incluye la adoración al dios del combustible y los peajes, puede emprender la ruta por los sagrados cinturones de asfalto: el Viaducto Río Piedad, el Circuito Río Churubusco o el Eje 3 Sur. El ritual exige, so pena de herejía, la reserva previa de un espacio en el limbo estacionario a través de Ticketmaster, el gran vicario entre el fiel y su redención. Otras vías menores, como la Calzada Ignacio Zaragoza, también conducen a la salvación, aunque probablemente con mayor congestión vehicular.

La Bula de la Comodidad: Ticket2ride

Para los acólitos de mayor poder adquisitivo, la santa iglesia de Ticketmaster ofrece la indulgencia plenaria de Ticket2ride. Este servicio pontifical recoge a los elegidos en enclaves privilegiados como Mundo E, Condesa o Santa Fe, y los transporta en un carruaje sellado directamente a las fauces del espectáculo, devolviéndolos a su burbuja treinta minutos después del “amén” final. Porque nada dice “experiencia auténtica” como evitar todo contacto con la ciudad real que rodea al santuario.

Así, entre coreografías masivas y letras que serán olvidadas en seis meses, se escribe el nuevo capítulo de la liturgia contemporánea: donde el tráfico se convierte en procesión, el estadio en catedral y un concierto en el breve, brillante y costoso sustituto de la comunidad.

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