La Visita que Evidenció una Grieta
Este lunes, durante la gira de prensa de los finalistas de “La Granja VIP”, ocurrió algo que quienes llevamos años observando la dinámica de los medios de espectáculos reconocemos al instante: una ausencia calculada. Alfredo Adame y Eleazar Gómez, el primero y segundo lugar del reality, respectivamente, no estuvieron en la entrevista de “Ventaneando”. En este oficio, he aprendido que cuando los protagonistas de la noticia brillan por su ausencia, no es un descuido; es un mensaje. Las redes sociales no tardaron en señalar la razón: durante la competencia, el equipo conductor del vespertino apoyó abiertamente a Bárbara de Regil, “la Bea”, y criticó constantemente a los integrantes del “team Muro”.
La ironía fue palpable. Mientras “el Golden boy” y “el Eterno” —los apodos que adquirieron en el programa de Pati Chapoy— estaban ausentes, sí se presentaron en “Venga la Alegría” junto a excompañeros como Kim Shantal, la propia Bea, César Doroteo y “el Patrón”. Esta selectividad en las apariciones es una lección clara: en el mundo del espectáculo, los contratos te llevan a un estudio, pero las lealtades y los rencores deciden cómo te reciben.
El Silencio que Habla Más Fuerte que las Palabras
Durante la emisión, Kim Shantal soltó un comentario revelador, de esos que se analizan en las redacciones por horas. Sugirió que varios exparticipantes asistieron a la gira de medios solo por obligación contractual, sin ningún deseo genuino de reencontrarse. “Yo lo que supe, Lupe, fue que muchas de las personas que estaban ahí, fueron sólo por un papelito, que no tenían ni ganas ni intención”, afirmó. En mi experiencia, cuando un invitado hace una declaración así, está desnudando la fachada de camaradería que suele venderse al público. Lo más elocuente, sin embargo, fue el completo silencio sobre el triunfo de Adame y el segundo puesto de Gómez. Ninguna mención, ningún reconocimiento. Ese vacío deliberado es una forma de desaire que en este medio entendemos perfectamente.
La Audiencia, el Juez Final
Los seguidores, siempre más perspicaces de lo que se cree, conectaron los puntos al instante. Inundaron las redes del programa con preguntas y teorías. La más recurrente apuntaba a la titular, Pati Chapoy —ausente ella misma de esa emisión—, como la artífice de la exclusión, debido a su conocida animadversión hacia la personalidad de Adame. También señalaron el poco apoyo de la crítica Linet Puente hacia Eleazar y el favoritismo generalizado hacia Bea.
Las reacciones fueron un torrente de descontento: “¿Dónde están los verdaderos ganadores?”, “Pati siempre habla sin fundamentos… hoy no llevaron al ganador por sus órdenes”, “Se nota el favoritismo, qué decepción”, “No soportaron que no ganó su ‘Bea'”. He visto muchas polémicas similares a lo largo de los años, y un patrón se repite: cuando la audiencia percibe injusticia o parcialidad, la credibilidad del medio se resquebraja. Comentarios como “Pésimo Ventaneando, deberían ser neutrales” o “Ahí tienen que estar Alfredo y Eleazar, ellos sí son los verdaderos ganadores, aunque les duela” son un termómetro claro del malestar.
Esta situación va más allá de un simple chisme televisivo. Es un caso de estudio sobre la ética periodística en el entretenimiento, las consecuencias del favoritismo y el poder último del público para cuestionar las narrativas que se le presentan. La lección, una vez más, es que en la farándula las verdaderas batallas a menudo ocurren fuera de cámara, y los silencios pueden ser más reveladores que los discursos.














