La sagrada liturgia de la intimidad convertida en espectáculo

La sagrada liturgia de la intimidad convertida en espectáculo

En un acto de suprema modestia y recato, la Suma Sacerdotisa del Espectáculo Selena Gomez consagró su unión con el plebeyo Benny Blanco mediante los sagrados ritos de la sobrexposición controlada. La ceremonia, ejecutada con la discreción de un desfile militar, fue revelada al vulgo mediante fragmentos cuidadosamente dosificados, porque nada grita “intimidad” como compartir los momentos más personales con millones de extraños.

La deidad pop, en un alarde de transparencia selectiva, mostró a las masas el proceso de creación de sus votos matrimoniales. He aquí la reliquia: la virgen escriba plasmando sus promesas eternas mientras posaba con una bata de satén rosa, el bolígrafo y el papel como testigos de una autenticidad coreografiada hasta el más mínimo detalle. Ya tenía el maquillaje y el peinado listos, porque hasta la espontaneidad requiere preparación meticulosa en el reino de lo genuino.

En otro fragmento de esta epopeya íntima, la novia apareció ataviada con un velo blanco y una bata azul con detalles florales, sonriendo mientras posaba junto a una acólita. Las fotografías, publicadas en el templo digital de Instagram, mostraban también a la pareja caminando de la mano por la playa, porque el amor no existe si no está documentado y cuantificado en likes.

El comunicado oficial de la corte celestial rezaba: “Desde escribir mis votos hasta salir de mi boda un poco antes que la mayoría…”. Una confesión que delata el hastío de quien debe cumplir con los ritos sociales incluso cuando se es la protagonista absoluta del evento.

La liturgia incluyó ofrendas de fresas decoradas al estilo nupcial y la revelación de un segundo vestido blanco que enmarcaba perfectamente su cintura, porque en el matrimonio moderno lo importante no son los votos sino la silueta.

El gran misterio fue celebrado el 27 de septiembre en una residencia privada en Santa Bárbara, California, rodeada de familiares, amigos cercanos y otras deidades del panteón pop como Taylor Swift y los sumos sacerdotes de Only Murders in the Building, Martin Short y Steve Martin. La pareja pronunció su “sí, acepto” ante una romántica sesión de fotos que capturó su complicidad y alegría, porque el amor contemporáneo necesita testigos fotográficos para validar su existencia.

La novia lució un vestido de satén confeccionado a mano por la firma Ralph Lauren, con cuello halter y delicados bordados, mientras que el novio optó por un clásico esmoquin negro. Porque en el teatro nupcial del siglo XXI, la autenticidad se mide en etiquetas de diseñador.

Los consortes se comprometieron en diciembre de 2024, tras más de un año de relación. Mantuvieron en reserva los preparativos de la boda, asegurando que no tenían prisa por llegar al altar, pues ambos estaban concentrados en sus proyectos profesionales. Una estrategia brillante: proclamar desinterés mientras se orquesta meticulosamente el evento mediático del año.

La ceremonia, según anunció la propia oráculo, rompería con algunas tradiciones, como el clásico baile de los novios, pues su carácter tímido la haría sentirse incómoda. Qué alivio saber que en el circo mediático contemporáneo todavía queda espacio para la timidez, siempre y cuando se documente y se comparta con aprobación de los departamentos de relaciones públicas.

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