La Lección que No Te Cuentan sobre la Remodelación Costal
En este oficio, he visto pasar muchas tendencias de belleza, pero pocas son tan radicales y habladas en voz baja como la remodelación costal. Cuando Briggitte Bozzo habló abiertamente sobre su procedimiento, sentí un déjà vu. No es la primera vez que una figura pública se somete a esto, pero su franqueza es un espejo de una conversación más amplia que hemos evitado por años.
Recuerdo a una colega, una bailarina de talento excepcional, que consideró esta misma cirugía hace una década. El deseo de una silueta extrema puede nublar el juicio. Briggitte, con la valentía que la caracteriza, lo dijo sin tapujos: “Me rompieron las costillas para cerrármelas y estar más chiquita”. En mi experiencia, esa sencillez para describir un proceso tan invasivo es crucial. La teoría en los consultorios suena controlada, pero la práctica, la recuperación real, es un camino solitario y doloroso.
Ella misma, con un umbral del dolor que describe como alto, admitió que el postoperatorio fue una prueba severa. Ahí está la lección fundamental: por mucho que te prepares mentalmente, el cuerpo tiene sus propias reglas. Animó a Wendy Guevara a seguir su deseo, un gesto que parece de apoyo, pero que encierra una advertencia implícita que solo quien lo ha vivido puede transmitir. No es un “sí, hazlo”, es un “si este es tu camino, prepárate para lo que viene”.
Presumir una cintura diminuta es la parte visible. Lo que no se ve es el proceso de adaptación física, la reevaluación constante de los límites del propio cuerpo y la aceptación de que has alterado permanentemente tu estructura. La sabiduría que deja esta vivencia no es sobre si está bien o mal, sino sobre el peso real de la decisión. La belleza, a veces, tiene un precio que va más allá de lo económico, y es un precio que se paga con la moneda de la propia salud y comodidad a largo plazo.















