Espectáculos
Majo Aguilar y Gil Cerezo ponen fin a su romance sin escándalos
La cantante revela los detalles de una separación inusual, donde el cariño venció al drama.

En un giro inesperado que desafía las leyes no escritas del espectáculo —donde toda ruptura debe incluir, por decreto divino, al menos un audio filtrado y un tuit pasivo-agresivo—, Majo Aguilar y Gil Cerezo decidieron terminar su relación con la misma elegancia con la que un diplomático evita mencionar la guerra en la cena familiar.
La pareja, que durante tres años había construido su “nidito de amor” en Monterrey (ciudad famosa por sus montañas, su carne asada y su capacidad para albergar romances que luego se convierten en notas de espectáculos), anunció su separación con una cordialidad tan exquisita que casi resulta sospechosa. ¿Dónde están los improperios? ¿Los indirectazos en redes? ¿El coro de amigas “enteradas” dando declaraciones en programas del corazón? Nada. Solo gratitud mutua y respeto, como si fueran personajes de una película de Wes Anderson y no integrantes del mundo del espectáculo mexicano.
Majo, heredera de la dinastía Aguilar y dueña de un sentido del humor más afilado que los tacones de sus botas de escenario, confirmó la noticia en un en vivo de Instagram, donde —en lugar de lanzar indirectas como granadas de humo— optó por elogiar a su ex. “Terminamos muy bonito”, dijo, como si describiera el final de una telenovela de Televisa en su época dorada. “Con todo el amor del mundo”. Frase que, por supuesto, dejó a sus seguidores preguntándose si no habrían contratado a un guionista para redactar su separación.
Mientras tanto, Gil Cerezo, vocalista de Kinky y experto en mezclar electrónica con sonidos latinos, se limitó a esquivar preguntas con la destreza de un político en año electoral. “Prefiero mantenerlo en bajo perfil”, declaró desde Europa, continente famoso por sus castillos, su arte y su habilidad para esconder celebridades mexicanas en plena crisis amorosa.
El comunicado oficial: “Ya no compaginábamos” (o cómo decir ‘nos aburrimos’ sin decirlo)
En una entrevista posterior, Majo reveló la “verdadera razón” de la ruptura: “Simplemente ya no compaginábamos”. Traducción al español coloquial: “Él quería lavar los trastes juntos; ella prefería contratar a alguien que lo hiciera”. Añadió, con la sabiduría de quien acaba de leer un libro de autoayuda en el avión: “La vida son ciclos”. Frase que, curiosamente, también usan los coachs motivacionales y los vendedores de seguros cuando intentan convencerte de que renovar tu póliza es un “nuevo comienzo”.
Lo más irónico del caso es que, hace apenas unos meses, la pareja hablaba entusiasmada sobre sus planes de boda: diez fiestas en distintos países, incluyendo Las Vegas (porque nada dice “amor eterno” como un matrimonio celebrado entre tragos y máquinas tragamonedas). Hoy, esos planes yacen en el mismo cementerio donde descansan los NFT, las dietas detox y la promesa de que “esta vez sí voy al gimnasio”.
Eso sí: ambos insisten en que no hubo infidelidades. Claro, porque en el mundo del espectáculo, las relaciones siempre terminan por “diferencias irreconciliables” y nunca porque alguien envió un mensaje equivocado al DM equivocado.

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