María José convirtió el escenario en terapia grupal contra el desamor

¿Puede un concierto borrar las heridas del corazón? La evidencia en el Domo Care durante la madrugada del viernes sugiere que sí. María José, la icónica exvocalista de Kabah, no solo entregó un espectáculo: orquestó una sesión de sanación colectiva donde el desamor se transmutó en energía pura. Pero ¿qué hizo de esta velada algo más que un simple recital?

Testigos presenciales describen cómo la artista, acompañada por siete instrumentistas, dos coristas y seis bailarines, tejió un tapiz sonoro con versiones de leyendas como Marisela y Ana Gabriel. Sin embargo, los documentos más reveladores —los videos grabados por el público— muestran algo más profundo: una conexión casi terapéutica durante temas como “Lo Que Tenías Conmigo”, donde cientos de voces se fundieron en un grito liberador.

“Liberémonos de nosotros mismos”, exhortó la intérprete de 49 años desde el escenario, en una frase que resonó como manifiesto. Fuentes cercanas al equipo de producción confirmaron que el repertorio fue cuidadosamente seleccionado para crear un arco emocional: desde la melancolía de “Arrepentida y Sola” hasta la euforia de “Las Que se Ponen Bien La Falda”. ¿Estrategia calculada o intuición artística? Los testimonios de los asistentes apuntan a lo segundo.

Lo más intrigante emerge al analizar la demografía del público: adultos que coreaban a Rocío Banquells junto a jóvenes que descubrían estos clásicos. ¿Estamos ante un fenómeno de transmisión intergeneracional del pop emocional? Expertos consultados sugieren que María José ha creado un puente único entre épocas, transformando el Domo Care en un laboratorio de catarsis colectiva donde, por dos horas, el dolor personal se volvió celebración compartida.

La pregunta que queda flotando: ¿Fue esto un simple concierto o el nacimiento de un nuevo formato donde la música se convierte en herramienta de transformación emocional? Los hechos hablan por sí solos: nadie abandonó ese lugar siendo la misma persona que entró.