Una batalla que creía ganada, pero la experiencia me dice que en temas de familia, la lucha nunca termina
Al ver el caso de Marianne Gonzaga, me transporta a tantos otros que he conocido a lo largo de los años. La desesperación en su voz, esa ansiedad que traspasa la pantalla cuando pide que no le quiten a su hija Emma, es un sentimiento que he visto devastar a muchas personas. No es solo una noticia; es el reflejo de un sistema donde, a veces, los procesos avanzan con una celeridad sospechosa. Cuando ella menciona que los trámites legales del padre de su expareja, José Saíd, tienen una “velocidad inusual”, mi experiencia me hace preguntarme: ¿se están respetando todos los plazos y garantías, o hay influencias que distorsionan la justicia?
La teoría de la estabilidad frente a la práctica del día a día
Marianne presenta evaluaciones psicológicas que acreditan su estabilidad emocional. En el papel, eso es un fuerte argumento. Pero he aprendido que los tribunales también deben mirar más allá de los informes. Su relato de que le devolvieron a la niña enferma y que en el hogar paterno no tenía un espacio propio son detalles críticos. La teoría habla del “interés superior del menor”, pero en la práctica, eso se mide en cuidados concretos: una cama, un rincón para jugar, atención médica oportuna. El contraste que ella plantea es el corazón de muchos casos de tenencia: no se trata solo de quién tiene un documento, sino de quién provee un hogar.
Acusaciones graves que requieren una investigación exhaustiva
Las acusaciones que hace son de las más complejas que puede haber en un juzgado familiar: consumo de estupefacientes, tenencia de armas y, lo más delicado, violencia por sustitución (también conocida como vicaria). He visto cómo este último punto, usar a un hijo para dañar al otro progenitor, deja cicatrices profundas. A esto se suma una pensión alimenticia de apenas 300 pesos mensuales, una cantidad que, desde cualquier perspectiva, resulta simbólica e insuficiente. Estos elementos, en conjunto, pintan un cuadro que cualquier juez con experiencia debe investigar con lupa, priorizando la seguridad y bienestar integral de la menor.
La sombra del pasado y la fragilidad de un nuevo comienzo
Comprendo que el historial de Marianne, incluido su tiempo en un centro por el incidente con Valentina Gilabert, será un factor que sus opositores usarán en su contra. La vida me ha enseñado que las personas pueden rehabilitarse y que un error pasado no debe condenar un futuro de cuidado responsable. Que haya obtenido la guarda y custodia en octubre pasado fue una luz de esperanza. Ahora, el temor de perderla nuevamente es un peso emocional inmenso. Su estrategia de usar plataformas como TikTok para visibilizar su caso es un arma de doble filo: genera apoyo público, pero también puede judicializar aún más el conflicto. La incertidumbre que vive no es solo legal; es el miedo diario de una madre que ve amenazado el vínculo más preciado. Solo un proceso transparente y centrado en Emma podrá dar una solución justa y duradera.














