Maribel Guardia revela su lucha interna tras la pérdida de su hijo
Maribel Guardia expresa su deseo de que el constante cuestionamiento público sobre su hijo, Julián Figueroa, cese finalmente. A pesar de haber demostrado una resiliencia notable frente a este duelo profundo, la actriz confiesa haber enfrentado una crisis existencial tan intensa que contempló la idea de suicidarse para reencontrarse con su hijo, quien fue el fruto de su relación con el legendario cantautor Joan Sebastian.
El peso de una pérdida múltiple
Para Maribel, de 66 años, el trauma no se limitó a la partida física de su único descendiente. La situación se complejizó con el distanciamiento forzado de su nieto José Julián, una consecuencia directa de los conflictos legales y personales con Imelda Garza, la viuda de su hijo, quien impugnó la última voluntad de Julián.
Maribel Guardia vive un proceso de duelo continuo por su hijo, cuyo fallecimiento se atribuyó a un infarto agudo durante su descanso nocturno. La artista se encontraba regresando de una función teatral cuando su esposo, Marco Chacón, le comunicó la devastadora noticia por teléfono. Al llegar a su hogar y encontrar a su hijo sin vida, el único atisbo de consuelo fue la apariencia serena de Julián, que parecía estar sumido en un sueño profundo. En ese instante crítico, Maribel confrontó el deseo de abandonar su propia existencia, sintiendo que nada más tenía valor. No obstante, una reflexión fundamental sobre los deseos de su hijo la rescató del abismo: “En un momento quise morir con Julián, pensé ‘ya nada importa’. Pero me puse a analizar qué hubiera deseado Julián para mí: él quería que estuviera bien, entera, que perseverara. También pienso en Dios, debo agradecerle por la vida que tengo y por la que me queda por delante, y voy a transitarla con dignidad, respeto, amor, alegría y honrando la memoria de mi hijo”, declaró durante una conversación con Ernesto Buitron.
Celebración y gestión del dolor
Maribel, quien recientemente participó en la celebración del cumpleaños de Verónica Castro, admitió que las constantes interrogantes sobre Julián reactivan su herida emocional, obligándola a confrontar sentimientos que gestiona día a día. “Hablar de mi hijo de manera recurrente es doloroso, me cuesta trabajo, implica llorar constantemente. A veces me da pudor porque rompo en llanto de manera incontrolable, pero es inevitable. Lloro por Julián a diario; a veces son lágrimas de alegría y gratitud, y otras veces de una profunda pena”, manifestó. La actriz encuentra paz mental en el regalo divino que fue poder convivir con su nieto durante ocho años, atesorando la etapa más pura y encantadora: la niñez.