Un terremoto de conciencia sacude el ecosistema de los certámenes de belleza
La fachada de diversidad e inclusión en Miss Universo se resquebraja. Tras las acusaciones de fraude por la victoria de Fátima Bosch, una nueva controversia, mucho más profunda, emerge: la denuncia de racismo estructural contra su presidente, Raúl Rocha Cantú, y la propia organización.
El detonante fue la explicación de Rocha Cantú a Carlos Loret de Mola sobre el quinto puesto de Miss Costa de Marfil. El directivo argumentó que, a pesar de ser una favorita del público, la concursante no podía ganar por restricciones migratorias globales.
“Entra a internet y busca: ‘¿Cuántos países requieren visa de Costa de Marfil?’… 175. Te imaginas el costo de la visa de cada uno de los países y el tiempo de abogados, pero eso no lo ven los fanáticos”, declaró.
Para la delegada de Guadalupe, Ophely Mezino, estas declaraciones destaparon un problema de sesgo sistémico, particularmente en contra de las naciones africanas y caribeñas. En sus historias de Instagram, lanzó una serie de preguntas incómodas que resonaron en la comunidad digital:
“¿Desfalcastéis el dinero de mis chicas afrocaribeñas? ¿Las permitisteis competir sabiendo que nunca podrían alzarse con la corona? ¿Su participación fue solo un gesto vacío para performar la diversidad?”
Mezino desmontó la justificación de Rocha Cantú, señalando la inconsistencia de su argumento. Aseguró que la información sobre los visados se envía en la documentación inicial de cada participante, un protocolo que la organización debería conocer y gestionar con transparencia.
“¿El tema del visado? ¿Es esta una excusa racista para justificar que no seleccionasteis a una candidata altamente calificada? ¿Leéis siquiera nuestras biografías y nuestra información de visados? Mi chica tiene pasaporte estadounidense. ¿De qué estáis hablando?”, cuestionó.
La modelo tildó la situación de injusticia monumental y no dudó en convertirse en portavoz del descontento generalizado:
“Vosotros os apropiáis del capital de pequeños territorios. Os robáis la esperanza de millones de personas que no comprenden por qué no entraron en el Top 30/12/5. Esta es la peor excusa que he escuchado jamás”, sentenció.
Este llamado a la accountability no es un caso aislado. Se ha generado un efecto dominó de protestas. Miss Estonia y la propia Miss Costa de Marfil han renunciado a sus coronas en un acto de solidaridad y rechazo. A ellas se unen las voces de Miss Portugal y Curazao, quienes afirmaron que la filosofía de la organización ya no las representa.
Hasta el momento, el silencio por parte de Miss Universo y de Raúl Rocha Cantú es ensordecedor, un vacío que solo alimenta la demanda global por una transformación radical y auténtica en los estándares de la industria.
















