Niurka Marcos cuestiona la fe oculta de Galilea Montijo

La Sabiduría de Vivir la Fe Sin Mascaras

Con los años en el ojo público, he aprendido que las creencias espirituales no son un traje que uno se pone y se quita según la ocasión. Son el cimiento. La vedette y actriz cubana Niurka Marcos ha vuelto a abrir su corazón para hablar de su devoción religiosa, y esta vez, no pudo evitar reflexionar, con la perspicacia que da la experiencia, sobre la postura de su colega Galilea Montijo, quien ha negado de forma rotunda compartir la misma fe.

Desde mi propia trayectoria, entiendo perfectamente a Niurka. Ella compartió cómo, en su vivencia personal, haber sido una vocera abierta de sus creencias le ha reportado beneficios espirituales y una protección divina tangible. No es teoría; es la certeza que se construye día a día. En este oficio, donde todo es efímero, encontrar ese ancla es invaluable.

“Haberlos defendido y hablar de mis santos y presumirlos, me ha dado muchas bendiciones, muchas protecciones y ser muy feliz”, expresó. Y luego, con esa franqueza que nace de la convicción, lanzó la pregunta al aire: “yo sólo le digo que si le tienes fe a una religión y la ejerces, pregúntate tú, Gali, ¿por qué ocultarla?”.

Ahí está la clave que muchos no entienden al inicio del camino. La fe, cuando es auténtica, pide ser vivida, no escondida. Niurka, con la sabiduría práctica de quien ha navegado estas aguas, puso sobre la mesa una posibilidad que he visto repetirse: la vergüenza. Incluso sugirió, con una profundidad notable, que desde su propia fe, los santos podrían estar haciéndose la misma pregunta.

Su reflexión final es un consejo maestro, de esos que solo da quien ha cometido errores y ha aprendido de ellos. Señaló que quizás Galilea no ha tenido el acompañamiento espiritual correcto, esa guía que es crucial para navegar la vida pública con una fe privada.

“¿Te avergüenzas? Porque es la misma pregunta que se hacen los santos“, comentó. “Yo creo que no ha tenido la madurez, no ha tenido la inteligencia, no ha tenido a alguien que la aconseje dentro de la religión para saber cómo manejarlo y convertirse en una vocera de la parte real, correcta, hermosa y humana de nuestros santos hacia nosotros sus hijos”.

Esa es, quizás, la lección más grande. No se trata de imponer, sino de compartir desde la autenticidad. La madurez espiritual no llega con la edad, llega con el camino recorrido y con los mentores adecuados. Sin esa brújula, es comprensible el miedo, el ocultamiento. Pero, como bien intuye Niurka desde su experiencia, la verdadera paz llega cuando tu fe interior y tu vida exterior finalmente se encuentran.

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