Olivia Rodrigo y David Byrne reviven clásico de Talking Heads en Governors Ball

En un espectáculo digno de los dioses del Olimpo pop-rock, Olivia Rodrigo, la sacerdotisa de la angustia adolescente, tuvo el privilegio de compartir altar con el sumo pontífice de la new wave, David Byrne, en el sagrado recinto del Governors Ball. Juntos, ejecutaron el ritual de “Burning Down The House”, como si quisieran prender fuego a las convenciones generacionales.

Tras una espera épica, donde los fans sobrevivieron a un diluvio universal (o al menos a un chaparrón neoyorquino), Rodrigo emergió cual fénix con plumas de guitarra acústica para ofrecer su liturgia de desamor y rabia existencial. Pero el verdadero milagro ocurrió cuando Byrne apareció, vestido de mesías blanco con overol rojo -probablemente teñido con la sangre de los escépticos que dudaron de esta colaboración celestial-.

El portal Deadline, siempre atento a registrar estos fenómenos paranormales musicales, confirmó que el público experimentó un viaje temporal colectivo a 1983, cuando los Talking Heads aún eran cabezas parlantes y no reliquias de museo. “¡Un aplauso para este fósil viviente del arte!”, exclamó Rodrigo con la ternura de quien acaba de descubrir que sus padres también fueron jóvenes alguna vez.

El climax llegó cuando ambos ídolos ejecutaron una coreografía que mezclaba los espasmos característicos de Byrne con los contoneos de Rodrigo, en lo que solo puede describirse como un exorcismo de la brecha generacional. Al final, se abrazaron como si sellaran un pacto: él le prestaba credibilidad indie, ella le daba relevancia en TikTok.

Rodrigo cerró su misa con “Deja Vu”, porque qué mejor manera de terminar que con una canción sobre revivir el pasado, justo después de haberlo hecho literalmente con un clásico de los 80. El círculo se completó, el universo pop se equilibró, y los asistentes pudieron volver a sus casas sabiendo que presenciaron un momento que, irónicamente, no podrán dejar de revivir en sus redes sociales.