La Sombra de un Legado: Forjando un Camino Propio en la Música
En este oficio de la música, he aprendido que un apellido puede ser tanto una puerta abierta como una losa pesada. La situación de Ramón, el hijo de Vicente Fernández Jr., me trae a la memoria mis primeros años, cuando creí que el reconocimiento era un derecho heredado. La cruda realidad, y se los digo con la experiencia de quien ha visto decenas de carreras nacer y morir, es que el talento se forja en el yunque de la perseverancia, no en la sombra de un árbol genealógico.
Ramón, un joven de 29 años que se autodenomina “el disidente de la dinastía”, ha expuesto una verdad universal en nuestro medio: los distanciamientos familiares son una herida que sangra en silencio, especialmente cuando se mezclan con nuevos embarazos y proyectos profesionales. Su declaración de llevar meses sin hablar con su progenitor, Vicente Fernández Jr., es un eco de conflictos que he visto repetirse. La lección que he extraído a lo largo de los años es que, en estos casos, lo más sabio es often optar por el silencio público, tal como él hace al abstenerse de opinar sobre el hijo que su padre espera. “Simplemente les deseo lo mejor”, afirma, una postura que denota una madurez forjada a fuego.
Donde realmente veo el carácter del artista es en su determinación. Él afirma estar construyendo su trayectoria y formación artística sin el respaldo de los integrantes del clan Fernández. “Cada quien su vida… yo no tengo el apoyo de absolutamente nadie y la gente piensa que la tengo”. Esta es, quizás, la prueba de fuego más difícil para cualquier heredero de un legaje: demostrar su valía por mérito propio. Recuerdo a muchos colegas que, ante la misma situación, se quebraron. Ramón, en cambio, no se lamenta. Está tejiendo su propia red de contactos, y su colaboración con Manuela, la hija de Alejandro Sanz, con quien ha compuesto dos canciones que describe como “muy padres, muy bonitas y muy fuertes”, es la prueba más elocuente. Esa es la estrategia correcta: construir alianzas fuera del núcleo familiar, crear un sonido único que le pertenezca solo a él. Al final, en este camino, la autenticidad es el capital más valioso que uno puede poseer.














