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Rels B conquista el Palacio de los Deportes con seis fechas

Una noche de conexión auténtica y energía desbordante que superó la lluvia y llenó el Domo de Cobre.

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La primera de seis presentaciones del español Rels B en el Palacio de los Deportes no fue simplemente un concierto; fue una declaración de presencia. ¿Cómo explica un artista la lealtad feroz de miles de fanáticos que llenaron el recinto hasta la bandera, desafiando incluso una torrencial lluvia? La investigación sobre este fenómeno musical comienza esa noche.

La cruda realidad meteorológica amenazó con opacar la velada. Una lluvia incesante empapó a los asistentes horas antes del show, beneficiando, sin querer, a los vendedores de impermeables. Sin embargo, una pregunta persistía: ¿La adversidad climática enfriaría el ánimo? La respuesta llegó con el cese de la lluvia, justo a tiempo, como si el mismo evento estuviera destinado a ocurrir.

Dentro del icónico Domo de Cobre, la evidencia era abrumadora. Una marea humana, compuesta predominantemente por millennials y centennials, alcanzó el ansiado “sold out”. ¿Qué secretos esconde la música de Daniel Heredia Vidal, nombre de pila del artista, para generar tal devoción? Los testimonios de los asistentes revelaron una conexión que va más allá de las modas.

Puntualmente a las 21:00 horas, el estruendo fue ensordecedor. Un simple “Hola, México” bastó para que más de 20 mil almas respondieran en éxtasis. Nuestra investigación notó un detalle crucial: no solo los fans coreaban las letras. Miembros del equipo de seguridad y vendedores ambulantes tarareaban las melodías, un indicio claro de la penetración cultural de su obra.

El setlist fue una cápsula del tiempo. Con “1 enero Punta Cana” inició la explosión sensorial, pero la estrategia artística fue más inteligente. No se limitó a promocionar su último trabajo, “A new star (1993)” o el reciente “afroLOVA 25′”. En su lugar, tejió un recorrido por toda su discografía, incluyendo un extracto de “Mary Jane” de su álbum de 2015, “Player Hater”. Este movimiento reveló una verdad: allí había seguidores de larga data, no simples espectadores de un éxito momentáneo.

En una confesión reveladora, el artista admitió: “Estaba nervioso de salir hoy. Es mucha responsabilidad, 6 fechas en este lugar…”. Esta declaración contrasta con la imagen del rapero seguro. ¿Era el peso de la expectativa o la conciencia de haber alcanzado un hito monumental? Dejó a la Ciudad de México para el final de su gira porque, en sus propias palabras, “al final es lo más importante”.

El gesto casi protocolario de salir con una bandera de México fue predecible, pero efectivo. Sin embargo, la verdadera maestría llegó con la conexión emocional. Momentos de despecho profundo con canciones como “Me olvidé de los 2” y “La prisión” crearon una catarsis colectiva. Luego, cambió el ritmo con un piano para “Shorty que te vaya bien”, demostrando un dominio escénico que pocos poseen.

La prueba definitiva de su vínculo con el público mexicano fue la interpretación de “Un desperdicio”, el tema que hizo a dueto con Junior H. No fue una colaboración más; fue un guiño de respeto a la escena local que los fans reconocieron inmediatamente, coreando al unísono “flakko, flakko”.

La noche culminó con un explosivo final que incluyó un guiño a “Dilemma” de Nelly dentro de “Sin mirar las señales”, y por supuesto, el sencillo que da nombre a la gira: “A new star”. La revelación final es clara: Rels B no vino a México a dar unos conciertos. Vino a reafirmar que ha construido, canción a canción, una comunidad global cuyo epicentro, por seis noches, fue el corazón de la Ciudad de México.

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