Espectáculos
Simulación de secuestro en CDMX desata polémica y movilización policial
La línea entre el arte y el alarmismo social se difumina en una controvertida estrategia de marketing teatral.

Omar Suárez hace montaje para promocionar la obra ´Secuestro´.
Ciudad de México — ¿Hasta dónde puede llegar la promoción teatral antes de convertirse en un acto reprobable? La respuesta quedó al descubierto cuando una perturbadora puesta en escena callejera, diseñada para publicitar la obra “Secuestro”, desencadenó caos y controversia en el corazón de la capital. Fuentes consultadas revelan que el productor Omar Suárez orquestó una simulación hiperrealista de privación de libertad que cruzó la delgada línea entre el arte y la alarma social.
Testigos relataron a este medio cómo, durante la tarde del jueves, el entorno del Teatro Broadway en la alcaldía Cuauhtémoc se transformó en un escenario de confusión. ¿La razón? Un equipo de actores recreó con inquietante verosimilitud el rapto violento de una mujer, sin que los transeúntes —ni siquiera las autoridades inicialmente— supieran que se trataba de una performance. Documentos obtenidos en exclusiva muestran que la producción no contaba con permisos especiales para esta activación, pese a las afirmaciones de Suárez sobre haber “informado a los vecinos”.
Las redes sociales se inundaron de videos que capturaron el momento exacto en que varios sujetos forcejeaban con la supuesta víctima, arrastrándola hacia una camioneta. La reacción en cadena no se hizo esperar: llamadas al 911, despliegue policial y un clima de tensión que resuena aún entre los comerciantes de la zona. “Pensé que estaba viendo un crimen real”, confesó bajo condición de anonimato un empleado de un local cercano.
¿Fue esto una ingeniosa crítica social o un irresponsable juego con el miedo colectivo? Abogados consultados advierten que la producción podría enfrentar cargos por apología del delito, mientras colectivos civiles exigen regulaciones más estrictas para este tipo de campañas. Suárez, en declaraciones ambiguas, ofreció disculpas públicas pero defendió el “impacto artístico” de la acción: “Reconocemos el error de cálculo, pero el teatro debe provocar reflexión”.
Este incidente revela una incómoda verdad: en una ciudad donde los secuestros expres —modalidad delictiva que inspiró la obra— siguen siendo una amenaza latente, ciertos límites éticos no deberían transgredirse en nombre del marketing. La Fiscalía General de Justicia capitalina ya evalúa si investigará el caso, mientras el debate sobre la responsabilidad del arte en contextos de violencia real cobra nueva urgencia.

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