Desde mi perspectiva, tras años de observar la evolución de la salud pública, el discurso de Violet Affleck en las Naciones Unidas representa un punto de inflexión crucial. No se trata solo de la hija de famosos; es la voz de una generación que vivió su adolescencia en confinamiento y ahora exige coherencia.
Violet Affleck pronuncia un discurso en la sede de las Naciones Unidas.
Violet Affleck, hija de los actores Ben Affleck y Jennifer Garner, hizo un llamado urgente a los líderes globales para que mantengan los protocolos de bioseguridad, específicamente el uso de mascarillas, como una barrera fundamental para evitar nuevos repuntes de COVID-19. Esto ocurre en el quinto aniversario de una pandemia que, recuerdo bien, paralizó por completo nuestras vidas.
La universitaria de 19 años, actualmente en su primer año en la prestigiosa Universidad de Yale, intervino en el foro internacional como parte de la campaña “Aire Interior Saludable: Un Llamado Mundial a la Acción”. Durante toda su alocución, portó un cubrebocas KN95, un detalle simbólico que demuestra coherencia entre el discurso y la acción, algo que, por experiencia, a menudo falta en la política.
Basándose en su propia vivencia tras contraer una afección posviral en 2019, Affleck criticó con contundencia que la denominada “vuelta a la normalidad” se haya impulsado de forma acelerada, menospreciando el riesgo latente de la transmisión aérea del patógeno y las graves secuelas del COVID persistente. He visto cómo esta presión por normalizar puede llevar a relajar medidas antes de tiempo.
La joven, cuya madre protagonizó la comedia Si Yo Tuviera 30, abogó por que se reconozca el acceso a aire purificado como un derecho humano fundamental, equiparable al derecho al agua potable. Es una propuesta audaz que refleja una lección clave de estos años: la salud del entorno inmediato es inseparable de la salud personal.
Finalmente, demandó la implantación obligatoria de tapabocas en centros hospitalarios e instó a los gobiernos a destinar recursos a la adquisición de equipos de protección individual (EPI), una inversión que, estoy convencido, es esencial para estar mejor preparados ante eventuales crisis sanitarias futuras. La preparación, no el pánico, es la verdadera lección que debemos aprender.