Yolanda Andrade libra una batalla médica entre diagnósticos contradictorios

En un giro digno de un melodrama médico-televisivo, la productora Ruth Raquel Rocha reveló que Yolanda Andrade, la eterna guerrera de la pantalla chica, sigue librando su épica cruzada contra un enemigo invisible: un diagnóstico que se niega a ser capturado. Desde hace dos años, la conductora navega por un laberinto de opiniones facultativas tan contradictorias como los guiones de telenovela que alguna vez protagonizó.

Tras descartar con la solemnidad de un comunicado presidencial que “Joe” será desterrada del programa nocturno, Rocha confesó que mantiene con Andrade una comunicación tan constante como los mensajes de “buenos días” en un grupo familiar de WhatsApp. “Está aquí en México”, declaró con la misma vehemencia con que un explorador anuncia el descubrimiento de un nuevo continente.

La productora, en una magistral demostración de evasión política, eludió cualquier detalle sobre el estado de salud de la presentadora, limitándose a revelar que la vedette está “echándole ganas“, ese mantra nacional que sustituye a los tratamientos médicos en casos de crisis existenciales. Según Rocha, Andrade enfrenta sus malestares con la actitud de una mártir posmoderna, sonriendo ante las cámaras mientras los galenos debaten si su padecimiento es real o un performance artístico.

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“Nos mandamos besos, saluditos y abrazos casi todos los días”, confesó Rocha, pintando un cuadro de solidaridad corporativa tan conmovedor como ficticio. Entre tanto, Yolanda continúa su peregrinaje médico, coleccionando diagnósticos como si fueran opiniones de críticos de teatro: todos diferentes, todos igualmente inútiles.

El último acto de este culebrón sanitario ocurrió hace mes y medio, cuando Andrade apareció por última vez en el estudio. Ahora, el elenco espera con la paciencia de un público en la sala de espera de un hospital que su coestrella regrese, tal vez para la próxima temporada… o cuando la ciencia logre ponerse de acuerdo.

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