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Aprueban nueva planta de SpaceX en Boca Chica, pese a oposición ambiental

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El Tribunal de Comisionados del Condado de Cameron aprobó por mayoría la construcción de una nueva planta de combustibles para cohetes de SpaceX, en la costa de Boca Chica, Texas, muy cerca de la frontera con México. La decisión fue tomada con tres votos a favor, uno en contra y una ausencia, en medio de protestas de ambientalistas y habitantes preocupados por el impacto ecológico.

El proyecto, promovido como una medida para fortalecer la infraestructura de lanzamientos de la empresa de Elon Musk, busca producir oxígeno líquido y nitrógeno en el sitio, elementos clave para el funcionamiento de los cohetes Starship. Esto eliminaría la necesidad de transportar cientos de camiones cisterna desde otras partes de Texas.

Sin embargo, expertos advierten que el proceso para obtener estos compuestos requiere altos niveles de energía y presenta riesgos de fugas, explosiones o incendios, como los que ya han ocurrido en instalaciones previas de SpaceX en la zona, una de ellas a tan solo 100 metros del territorio mexicano.

La nueva planta se instalará sobre un ecosistema de dunas costeras y humedales, considerado único por su biodiversidad. En esta región habitan especies en peligro de extinción como la tortuga lora y el ocelote, además de estar rodeada por áreas naturales protegidas en ambos lados de la frontera.

En la sesión del pasado 7 de julio, el comisionado David A. Garza fue el único voto en contra, señalando los riesgos de continuar industrializando un entorno frágil. “No podemos seguir entregando permisos como si la playa fuera un terreno baldío”, advirtió. A la sesión también asistieron residentes que expresaron su rechazo, argumentando que la mitigación ambiental propuesta por SpaceX era insuficiente.

Este nuevo permiso se suma a los incidentes recientes en los que restos de cohetes han aparecido en playas mexicanas tras pruebas fallidas. El 27 de mayo, el cohete Starship se desintegró en el aire y su propulsor explotó sobre el Golfo de México, provocando la dispersión de desechos, como documentó el grupo Conibio Global.

El presidente de esa organización, Jesús Elías Ibarra Rodríguez, advirtió que los residuos pueden tener consecuencias graves para los ecosistemas marinos. La Semarnat en México y la EPA en Estados Unidos han declarado que mantienen vigilancia sobre las operaciones de la empresa.

La aprobación del proyecto también coincide con la reciente incorporación de Starbase City, una comunidad conformada mayormente por empleados de SpaceX, ahora reconocida como municipio con alcalde y comisionados propios. Con esto, la compañía refuerza su presencia política y territorial en el sur de Texas.

Para muchos, la decisión de aprobar esta planta representa una línea crítica entre el desarrollo tecnológico y la protección ambiental. Con su peso económico y político, SpaceX ha ganado terreno en decisiones públicas clave, mientras persisten las dudas sobre la sostenibilidad de su expansión en una de las regiones ecológicas más sensibles de la frontera.

AGENCIAS

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