TAIPÉI, Taiwán
En un movimiento estratégico, China está consolidando sus alianzas con naciones latinoamericanas como respuesta a las políticas proteccionistas del exmandatario estadounidense Donald Trump. Este acercamiento se produce tras una tregua de 90 días en la disputa arancelaria entre Beijing y Washington, evidenciando una batalla geoeconómica que redefine el orden global.
El gigante asiático se posiciona como un socio estable frente a la volatilidad generada por los aranceles de EE.UU., promoviendo cooperación en sectores clave como 5G, inteligencia artificial y energías renovables. Xi Jinping, líder chino, enfatizó en el Foro China-CELAC que el unilateralismo solo conduce al aislamiento, mientras anunciaba una línea de crédito de 9.200 millones de dólares para la región.
La Organización Mundial del Comercio (OMC) alertó sobre los riesgos de la fragmentación económica global, instando a Japón -víctima también de los aranceles automotrices- a defender el multilateralismo. Mientras, Colombia se sumó oficialmente a la Iniciativa de la Franja y la Ruta, reforzando la infraestructura digital y energética con tecnología china.
El intercambio comercial sino-latinoamericano superó por primera vez los 500.000 millones de dólares en 2024, impulsado por commodities agrícolas y minerales estratégicos. Beijing planea además facilitar 3.500 becas y exenciones de visa para cinco países de la región, en una clara apuesta por la diplomacia blanda.
Esta ofensiva geoeconómica contrasta con el repliegue estadounidense: mientras Trump priorizaba el “America First”, China teje una red de influencia mediante inversiones en puertos, redes 5G y proyectos hidroeléctricos, redefiniendo el tablero geopolítico del siglo XXI.