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Internacional

China y EE.UU pactan una tregua comercial con licencias limitadas de tierras raras

Un pacto temporal desbloquea el flujo de minerales estratégicos, pero la tregua comercial sigue en la cuerda floja.

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En un movimiento calculado que redefine las reglas del juego geoeconómico, China y Estados Unidos han sellado un acuerdo transitorio que libera parcialmente las exportaciones de tierras raras, esos minerales estratégicos que alimentan la revolución tecnológica y verde. Pero este deshielo comercial, limitado a seis meses, es más un jaque diplomático que una solución: un recordatorio de que en la guerra comercial del siglo XXI, los recursos naturales son el nuevo petróleo.

Según revela el Wall Street Journal, Pekín mantiene su as bajo la manga al imponer un plazo perentorio a las licencias, convirtiendo cada tonelada exportada en munición negociadora. ¿La contrapartida? Washington flexibilizará restricciones a la venta de motores a reacción y etano, demostrando que en este ajedrez global, hasta los subproductos del fracking tienen valor geopolítico.

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Este frágil equilibrio, fraguado en Londres tras las tensiones de Ginebra, opera como un termostato de alta precisión: cuando sube la temperatura comercial, China puede estrangular el suministro de imanes para turbinas eólicas; cuando cede, EE.UU. afloja su puño sobre la tecnología aeronáutica. Una danza de interdependencia forzada donde, como señalan analistas, “ambos bandos miden cada paso como si pisaran un campo minado”.

La verdad disruptiva que este acuerdo esconde es cruda: el mundo necesita repensar urgentemente su adicción a las tierras raras. Mientras Trump celebra en redes sociales el “abastecimiento anticipado” chino, visionarios plantean alternativas radicales: desde minería urbana reciclando smartphones hasta cultivos transgénicos que extraigan metales de suelos contaminados. La próxima batalla comercial podría librarse no en aduanas, sino en laboratorios de biotecnología.

Con un detalle revelador: las aprobaciones de licencias comenzarán solo tras la rúbrica final de Trump y Xi, convirtiendo cada firma en un acto de teatro político. ¿Es este el nacimiento de una nueva diplomacia de recursos, donde los commodities se negocian como armas estratégicas? El reloj de seis meses ya está en marcha, y su tic-tac resuena en cada fábrica de vehículos eléctricos desde Detroit hasta Shenzhen.

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