Corea del Norte financia su programa nuclear con ciberataques masivos

La nueva frontera del cibercrimen estatal

Grupos de hackers afiliados a Corea del Norte han perpetrado uno de los esquemas de financiación ilícita más audaces de la era digital, sustrayendo miles de millones de dólares mediante la infiltración en exchanges de criptoactivos y la creación de identidades digitales falsas para acceder a empleos remotos en la industria tecnológica global.

Un informe de inteligencia colectiva ha develado que el régimen de Pyongyang orquestó estas operaciones clandestinas para inyectar capital en la investigación y desarrollo de su arsenal nuclear. La evaluación, publicada por el Equipo de Monitoreo de Sanciones Multilaterales, un consorcio que incluye a Estados Unidos y diez naciones aliadas, fue establecido para auditar el cumplimiento de las sanciones de la ONU contra Corea del Norte.

Estrategias de evasión y lavado de capital

La nación asiática ha instrumentalizado las finanzas descentralizadas (DeFi) para blanquear capital y adquirir insumos militares, burlando las restricciones internacionales vinculadas a su programa atómico. El dossier especifica cómo los ciberdelincuentes al servicio del régimen han desplegado malware avanzado para comprometer redes corporativas y exfiltrar datos sensibles.

A pesar de su economía aislada, Corea del Norte ha destinado recursos masivos para potenciar sus capacidades ofensivas en el ciberespacio, alcanzando un nivel de sofisticación comparable al de potencias como China y Rusia. Los analistas concluyen que representa una amenaza crítica para la seguridad digital de gobiernos, corporaciones y ciudadanos.

A diferencia de otros estados, Corea del Norte ha canalizado sus operaciones digitales primordialmente hacia la sustentación económica de su gobierno, empleando ataques ransomware y una red de empleados fantasma para defraudar a entidades globales.

Impacto global y arquitectura de la red

Con apoyo tácito de aliados como Rusia y China, las incursiones digitales norcoreanas han estado “vinculadas directamente a la destrucción de infraestructura crítica, riesgo para vidas humanas, pérdida de activos civiles y el financiamiento de los programas ilícitos de armas de destrucción masiva y misiles balísticos de la RPDC”, según el informe.

Este consorcio de monitoreo, integrado por naciones como Estados Unidos, Australia, Corea del Sur y miembros de la UE, se formó tras el veto ruso a una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU. Su primer análisis, emitido en mayo, documentó el apoyo militar norcoreano a la invasión rusa en Ucrania.

El modus operandi alcanzó su punto álgido este año con uno de los mayores cripto robos registrados: la sustracción de 1.500 millones de dólares en Ethereum de la plataforma Bybit, operación que el FBI atribuyó a un grupo de hackers bajo las órdenes de los servicios de inteligencia norcoreanos.

En un giro innovador, las autoridades federales estadounidenses descubrieron que miles de supuestos profesionales de TI contratados por empresas de Silicon Valley eran, en realidad, agentes norcoreanos que utilizaban identidades suplantadas. Una vez infiltrados, obtenían acceso a sistemas corporativos y desviaban sus salarios directamente a las arcas del gobierno de Kim Jong-un, algunos gestionando múltiples contratos de forma simultánea.

Silencio diplomático y nuevas realidades geopolíticas

La misión diplomática de Corea del Norte ante la ONU no ha emitido declaración alguna frente a estas acusaciones, manteniendo un perfil bajo ante la evidencia presentada por la comunidad internacional.

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