Una multitudinaria movilización ciudadana inundó las calles de Buenos Aires y otras provincias argentinas este sábado, en respuesta a un crimen que ha estremecido al país. La investigación periodística indaga más allá de la condena unánime para revelar las sombrías conexiones detrás del asesinato de Lara Gutiérrez, Morena Verdi y Brenda Del Castillo.
Foto: Agencia AP.
¿Fue este un acto de violencia de género aislado o la manifestación de una guerra territorial entre bandas delictivas? Las declaraciones oficiales apuntan a una siniestra trama de venganza orquestada por una organización criminal binacional. “Queremos que paguen los responsables de este horror. Están asesinando mujeres como si sus vidas no tuvieran valor”, declaró a The Associated Press Del Valle Galván, tía de una de las víctimas adolescentes.
Los cuerpos de las tres jóvenes fueron hallados sepultados en el jardín de una vivienda en Florencio Varela, un municipio ubicado a escasos 26 kilómetros al sur de la capital. Los informes forenses confirmaron que sufrieron torturas antes de ser ejecutadas. Pero, ¿qué desencadenó tal nivel de ensañamiento? La pesquisa sugiere que llegaron al lugar creyendo que era una cita, para caer en una emboscada mortal.

El testimonio de Antonio Del Castillo, abuelo de dos de las víctimas, refleja la desesperación de las familias: “Hoy se llevaron a tres chicas. Y si seguimos permitiéndolo, nos van a arrebatar la vida”. Su demanda de respuestas resuena en una sociedad que observa con alarma el avance del crimen organizado.
Bajo una lluvia persistente, la columna de manifestantes—mayoritariamente mujeres—avanzó desde la Plaza de Mayo hasta el Congreso de la Nación, en una muestra de duelo y exigencia colectiva. Movilizaciones simultáneas se replicaron en Bariloche, Córdoba, Rosario y otras ciudades, señal de un malestar nacional.
Hasta el momento, las autoridades mantienen a cinco sospechosos detenidos. Sin embargo, la revelación más escalofriante provino del Ministro de Seguridad bonaerense, Javier Alonso: el martirio y homicidio de las jóvenes fue transmitido en directo a través de Instagram a un grupo cerrado de 45 personas. ¿Quiénes conformaban esa audiencia y por qué nadie alertó a la policía?
El cerebro de la operación, identificado como un ciudadano peruano apodado “Pequeño Jota”, se encuentra prófugo. Según la versión oficial, el objetivo de la transmisión era “disciplinar” a las víctimas y a otros miembros de la banda. La vivienda donde ocurrieron los hechos funcionaba como un punto de venta de estupefacientes, lo que conecta el triple feminicidio con la pugna por el control territorial del narcotráfico.
Este caso expone una cruda realidad: el poder de las organizaciones narcocriminales, con vínculos transnacionales, se ha infiltrado en los barrios marginales del conurbano bonaerense. La advertencia de la tía de una de las víctimas resuena como una profecía siniestra: “Acá hay gente muy, pero muy pesada, y entre ellos se encubren”. La investigación continúa, pero la pregunta persigue a toda una nación: ¿hasta dónde llega la impunidad?















