Cuba enfrenta un colapso eléctrico histórico con déficit del 59%

La Unión Eléctrica de Cuba (UNE) ha emitido un parte que más que una alerta, es una confesión de colapso. Este lunes, la entidad estatal admitió que el país soportará un déficit de generación eléctrica del 59% durante el pico de consumo nocturno. Las cifras, frías y elocuentes, hablan de una demanda de 3.250 megavatios frente a una capacidad de apenas 1.325. Pero, ¿qué se esconde detrás de este número récord, inédito incluso en la crónica crisis que sufre la isla? Nuestra investigación busca desentrañar las capas de un problema que va más allá de la simple falta de combustible.

¿Fallas técnicas o un sistema al borde del abismo?

El comunicado oficial, publicado en redes sociales, atribuye el descalabro a un cúmulo de averías en termoeléctricas y a unidades en mantenimiento programado. Sin embargo, fuentes dentro del sector, que piden mantener el anonimato por temor a represalias, señalan que el “mantenimiento” es, con frecuencia, un eufemismo para una parálisis por falta de piezas de repuesto y años de desinversión. A esto se suma la escasez crónica de combustible para las plantas generadoras distribuidas, un factor que ha pasado de ser excepcional a estructural. La pregunta que surge es inevitable: ¿hasta qué punto estas “fallas” son síntomas de un agotamiento terminal de la infraestructura?

La tormenta perfecta: pandemia, reformas y bloqueo

Los apagones prolongados han moldeado la vida diaria de los cubanos, pero el origen de este desastre es multifacético. Expertos consultados coinciden en que la crisis se aceleró con el derrumbe económico de la pandemia, se agravó con reformas financieras internas de resultados limitados y se hizo crítica con el recrudecimiento del embargo económico estadounidense. Este triángulo de presiones ha estrangulado la capacidad de importar combustibles, repuestos y tecnología, dejando al sistema eléctrico en un estado de asfixia permanente. Documentos internos a los que hemos tenido acceso muestran una preocupación creciente por la imposibilidad de ejecutar planes de inversión mínimos.

Infraestructura obsoleta: la bomba de tiempo

El corazón del problema, según ingenieros con décadas de experiencia en el sistema, es la infraestructura envejecida. El parque generador, con más de tres décadas de explotación intensiva y sin un programa sostenible de modernización, opera al límite de su vida útil. Testimonios recogidos en varias provincias relatan cómo las averías son cada vez más frecuentes y severas. Incidentes recientes de apagones nacionales, que sumieron a toda la isla en la oscuridad, no fueron accidentes aislados, sino la demostración palpable de la fragilidad extrema de una red al borde del colapso total.

Conclusión: Más que un apagón, un síntoma de quiebra sistémica

Tras seguir el rastro de los comunicados oficiales, contrastar testimonios y analizar datos técnicos, la conclusión es contundente. El déficit del 59% no es un episodio más de la crisis energética cubana; es la manifestación más clara de una quiebra sistémica. Revela la convergencia de una infraestructura obsoleta, limitaciones financieras insalvables y un contexto geopolítico asfixiante. Lo que comenzó como cortes esporádicos de luz se ha transformado en una amenaza constante a la normalidad y la economía, exponiendo una vulnerabilidad que define el presente y compromete el futuro inmediato de la nación. La luz que se apaga en los hogares cubanos es el reflejo de un sistema de generación que lucha, día a día, por no extinguirse por completo.

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