Disidentes de las FARC ejecutan ataques explosivos en Colombia

Bogotá, Colombia – La violencia irrumpió este martes en el suroeste colombiano con una cadena de detonaciones coordinadas contra comisarías, dejando un saldo trágico: una víctima mortal y nueve heridos, según reportes oficiales. Las autoridades apuntan a facciones residuales de las FARC, grupos armados que rechazaron el acuerdo de paz de 2016 y ahora operan con tácticas de guerra asimétrica.

En Cali, epicentro de los ataques, un artefacto explotó cerca de la estación de Meléndez, cobrando una vida y dejando tres heridos. Casi en simultáneo, otro estallido sacudió el barrio Manuela Beltrán, mientras un tercer explosivo detonó en Los Mangos – este último activado desde una motocicleta bomba, según el coronel Germán Manrique. La técnica, propia de células terroristas modernas, evidencia una escalada en la sofisticación operativa.

La ola de violencia se extendió a Jamundí, donde un carro bomba impactó una subestación policial rural, y a los municipios caucanos de Corinto y El Bordo. Aunque estos últimos no registraron víctimas humanas, los ataques reflejan un patrón preocupante: la hibridación del conflicto, donde tácticas insurgentes se mezclan con métodos del crimen organizado transnacional.

El ejército vinculó los hechos al aniversario luctuoso de un líder guerrillero bajo el mando de “Iván Mordisco”, cerebro de la disidencia que en 2024 abandonó los diálogos con el gobierno de Petro. Con una recompensa de USD 1 millón sobre su cabeza, este cabecilla simboliza los desafíos de la paz total, política estrella de la administración actual.

Mientras equipos tácticos rastrean evidencias forenses y drones sobrevuelan zonas afectadas, el alcalde Alejandro Eder confirmó la movilización de refuerzos. La situación expone grietas en la seguridad glocal, donde grupos armados aprovechan tecnologías accesibles (como explosivos improvisados) y plataformas digitales para amplificar su impacto psicológico.

Este episodio no solo reactiva el debate sobre la reinserción fallida, sino que plantea interrogantes urgentes: ¿Cómo contener a grupos que operan como startups del terror, ágiles y descentralizados? La respuesta, según analistas, requerirá inteligencia artificial predictiva, cooperación regional y políticas que vayan más allá del enfoque militar.