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Internacional

El buque Cuauhtémoc y el eterno baile de permisos entre México y EU

Mientras el buque Cuauhtémoc sigue varado en el absurdo, las autoridades juegan al ping-pong diplomático.

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En un giro tragicómico que solo la diplomacia internacional podría ofrecer, el buque escuela Cuauhtémoc se ha convertido en el escenario perfecto para el último episodio de “¿Quién tiene la llave?”. Mientras el barco reposa contra el puente de Brooklyn como un invitado ebrio que se niega a irse, Estados Unidos aguarda pacientemente —o no tanto— a que México les conceda el sagrado permiso para subir a bordo. Porque, claro, investigar un accidente que dejó dos muertos y varios heridos debe esperar a que los trámites burocráticos marchen al ritmo de un vals en cámara lenta.

Michael Graham, miembro de la NTSB, declaró con una solemnidad digna de un noticiero de los años 50: “Estamos optimistas de que nos darán acceso”. Traducción: “Llevamos tres días tocando la puerta y nadie nos abre, pero seguimos sonriendo”. Mientras tanto, los investigadores estadounidenses se conforman con mirar desde lejos, como niños frente a una vitrina de dulces, preguntándose si el Cuauhtémoc lleva una “caja negra” o si, por el contrario, todo quedará en el misterioso terreno de la especulación.

Lo más hilarante —si no fuera trágico— es que el remolcador que ayudó al buque a salir del muelle ahora es objeto de escrutinio. ¿Acaso nadie pensó en revisar las “políticas y procedimientos” del remolcador antes de que el Cuauhtémoc decidiera jugar a los coches chocones con uno de los puentes más famosos del mundo? Pero no, mejor esperamos a que todo salga mal para luego preguntarnos: “¿Cómo pudo pasar esto?”.

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Y mientras tanto, 94 valientes tripulantes siguen “trabajando” a bordo, arreglando mástiles colapsados como si fueran empleados de una ferretería en plena tormenta. Graham, con una mezcla de admiración y preocupación, comentó: “Los hemos visto trabajando en los mástiles”. Lo que no dijo es si lo hacían con cinta adhesiva y buenos deseos.

Para cerrar con broche de oro, la investigación podría tardar meses, pero el informe preliminar llegará en 30 días. Es decir, justo a tiempo para que todos lo olviden y sigan con sus vidas, mientras el Cuauhtémoc se convierte en una atracción turística más de Nueva York: “Vengan a ver el barco que demostró que, a veces, ni la marina ni la diplomacia saben qué diablos están haciendo”.

Y por si fuera poco, la NTSB ha lanzado un llamado al público: “¿Tienes videos del accidente? ¡Compártelos!”. Porque, al parecer, en la era del TikTok, hasta las tragedias marítimas necesitan su propio contenido viral.

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