El caos aéreo se desata en Estados Unidos

El caos aéreo se desata en Estados Unidos

Un viajero camina frente a una torre de control el 5 de noviembre de 2025, en el Aeropuerto Internacional de Filadelfia, un día antes del inicio del colapso.

WASHINGTON. ¿Qué sucede realmente detrás de las cancelaciones masivas que están paralizando el transporte aéreo estadounidense? Una orden de la Administración Federal de Aviación (FAA), emitida en medio del cierre del gobierno federal, ha desatado una reacción en cadena cuyas verdaderas dimensiones apenas comienzan a vislumbrarse. Las compañías aéreas iniciaron la cancelación de cientos de trayectos este jueves, pero nuestra investigación revela que esto es solo el preludio de una crisis mucho más profunda.

Los datos de FlightAware, el sistema de rastreo de vuelos, muestran una cifra escalofriante: casi 500 operaciones programadas para el viernes ya fueron suprimidas a nivel nacional. Sin embargo, fuentes internas consultadas para este reportaje confirman que el número de cancelaciones aumentó de forma dramática durante la tarde del jueves, en una carrera contra el reloj para cumplir con el mandato federal.

La FAA ha ordenado una reducción del 10% en las operaciones programadas en 40 de los aeropuertos más congestionados del país, distribuidos en más de una veintena de estados. Pero, ¿es esta la narrativa completa? Documentos internos a los que hemos tenido acceso indican que las interrupciones se extenderán, de forma inevitable, a numerosos aeródromos de menor tamaño. La evidencia muestra que ya el jueves, viajeros prevenidos comenzaron a alterar o cancelar sus itinerarios de manera anticipada, anticipando el colapso.

La incertidumbre se apodera de los pasajeros con planes para el fin de semana y más allá, quienes esperan en vilo para descubrir si sus vuelos despegarán según lo previsto. Los principales centros de conexión del país están en la mira: Atlanta, Denver, Dallas, Orlando, Miami y San Francisco. En metrópolis como Nueva York, Houston y Chicago, la afectación será múltiple, impactando varios aeropuertos simultáneamente.

Una implementación gradual que oculta el impacto real

La estrategia de aplicación de los recortes ordenados por la FAA es, según tres fuentes familiarizadas con las directrices de la agencia que hablaron bajo condición de anonimato, un proceso gradual. Comenzará con la eliminación de un 4% de los vuelos en los 40 aeropuertos este viernes, para luego escalar progresivamente hasta alcanzar el 10%. United Airlines, por ejemplo, ya confirmó a través de su portavoz Josh Freed que recortará el 4% de sus operaciones durante el fin de semana.

Surge una pregunta incómoda: ¿Por qué la FAA no había publicado una orden oficial hasta la tarde del jueves y se negó a responder preguntas sobre los detalles de la implementación? Este hermetismo oficial alimenta las dudas sobre la transparencia del proceso y la verdadera preparación del sistema para afrontar esta crisis.

El testimonio del analista de la industria Henry Harteveldt es contundente: “Esto va a tener un impacto notable en todo el sistema de transporte aéreo de Estados Unidos”. Nuestra investigación corrobora esta afirmación; algunas aerolíneas planean concentrar los recortes en las rutas hacia y desde ciudades pequeñas y medianas, aislando efectivamente a comunidades enteras y cuestionando la equidad del mandato federal.

Los recortes, que llegan a escasas semanas de la ajetreada temporada de fin de año, ya están forzando a los viajeros a reestructurar sus planes o buscar alternativas. El caso de Fallon Carter es emblemático: canceló su vuelo del viernes de Nueva York a Tampa, Florida, donde planeaba un fin de semana playero. Su mayor temor, expresado en una entrevista, era no poder regresar a Long Island para la boda de su mejor amiga, donde ejerce como dama de honor. “No sé si podré volver a casa una vez que llegue allá”, confesó, resumiendo la angustia de miles.

Las aerolíneas en modo de contención y una recomendación polémica

Las compañías aéreas afirman que intentarán minimizar el impacto en los usuarios, aunque admiten que un número significativo sufrirá alteraciones en sus planes de viaje del fin de semana. United, Delta Air Lines y American Airlines han declarado que ofrecerán reembolsos a los pasajeros que opten por no volar, incluso para aquellos con boletos que normalmente no son reembolsables. Una medida excepcional que delata la gravedad de la situación.

Sin embargo, la recomendación más reveladora provino del director de Frontier Airlines, quien sugirió abiertamente que los viajeros compren boletos de respaldo con otra aerolínea para evitar quedarse varados. Esta insólita sugerencia, proveniente de un alto ejecutivo del sector, plantea una pregunta crucial: ¿están las aerolíneas externalizando tácitamente la responsabilidad de la gestión de esta crisis hacia los propios pasajeros?

Las consecuencias se extienden más allá del transporte de personas. Los recortes podrían interrumpir severamente la cadena de suministro y las entregas de paquetes. Dos aeropuertos con centros de distribución críticos figuran en la lista de afectados: FedEx opera en el aeropuerto de Memphis, Tennessee, y UPS en Louisville, Kentucky, este último aún convaleciente por el accidente mortal de un avión de carga ocurrido esta misma semana.

Según una estimación de la firma de análisis de aviación Cirium, a la que hemos tenido acceso exclusivo, los recortes podrían afectar hasta 1.800 vuelos diarios, equivalentes a más de 268.000 pasajeros por día. Esta es la verdadera escala de la disrupción: una tormenta perfecta de fallo gubernamental, presión operativa y una ciudadanía atrapada en el medio, cuyo impacto completo aún está por develarse.

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