El caos humanitario en Gaza expone fallas en la distribución de alimentos

En la Franja de Gaza, la desesperación por obtener alimentos ha convertido los centros de distribución en escenarios de caos y violencia. Testigos relatan cómo miles de palestinos, enfrentando hambre extrema, se agolpan en puntos de ayuda gestionados por la Fundación Humanitaria de Gaza (FHG), respaldada por Estados Unidos e Israel, solo para encontrarse con escasez, disparos y un sistema al borde del colapso.

Videos capturados por The Associated Press muestran bombas de humo y disparos cerca de estos centros, mientras tanques israelíes patrullan la zona. Mahmoud Ismael, un hombre con muletas, compartió su frustración: “Vine por un saco de harina… pero me voy con las manos vacías”. Historias como la suya se repiten entre quienes caminan kilómetros bajo la amenaza de la violencia, solo para regresar sin nada.

El sistema de la FHG, diseñado para reemplazar los esfuerzos de la ONU, ha sido criticado por organismos internacionales por politizar la ayuda. Mientras Israel acusa a Hamás de robar suministros, la ONU denuncia que el nuevo mecanismo convierte la comida en un instrumento de control territorial. “Permite a Israel usar el hambre como arma”, advierten grupos humanitarios.

La situación se agrava con informes de heridos por disparos y gases lacrimógenos. El doctor Khaled Elserr, cirujano en el Hospital Nasser, atendió a víctimas con impactos de bala en el pecho y el abdomen. Mientras tanto, la FHG niega cualquier responsabilidad, atribuyendo los reportes de muertes a “propaganda de Hamás”.

En medio de este laberinto de desinformación y restricciones a la prensa, una pregunta surge: ¿Es posible una solución humanitaria que no esté contaminada por intereses políticos? Innovaciones como corredores neutrales o tecnología blockchain para rastrear ayuda podrían ser alternativas, pero requieren voluntad internacional. Mientras tanto, Gaza sigue atrapada entre la urgencia del hambre y la sombra de la guerra.

La ironía es cruel: en un mundo con excedentes alimentarios, niños palestinos duermen con estómagos vacíos. ¿Hasta cuándo la comunidad global permitirá que la geopolítica determine quién come y quién no?