El circo nuclear donde todos actúan y nadie desactúa

DUBÁI — En un giro que nadie anticipó (excepto todos), el autoproclamado “negociador más brillante de la historia” anunció que sus subalternos conversarán con Irán la próxima semana, porque ¿qué mejor momento para retomar el diálogo que después de bombardear instalaciones nucleares?

“Puede que firmemos un acuerdo, no lo sé”, declaró Trump con la precisión diplomática de un elefante en una cacharrería, mientras en Irán el parlamento votaba acelerar su programa atómico y ahorcaba espías como si fueran piñatas geopolíticas.

El teatro de lo absurdo

Mientras el OIEA —esa organización que insiste en creer en la diplomacia como los niños en Santa Claus— suplicaba reanudar inspecciones, Teherán exhibía su nuevo eslogan: “Suspensión temporal de cooperación nuclear (oferta válida hasta nuevo bombardeo)”. Por su parte, Washington aseguraba haber “destruido completamente” el programa iraní, aunque según expertos solo lo retrasaron tanto como un estudiante universitario posterga lavar su ropa.

Ejecuciones express

En un conmovedor gesto de “paz”, Irán celebró el alto el fuego colgando a tres supuestos espías, porque nada dice “estamos abiertos al diálogo” como una horca recién estrenada. Las cifras de muertos —esa macabra competencia de “quién la tiene más larga”— seguían fluctuando más que las promesas electorales.

“El conocimiento técnico está ahí, y la capacidad industrial está ahí. Eso nadie lo puede negar”, admitió el director del OIEA, en lo que podría ser el epitafio de toda la non-proliferación nuclear.

La farsa continúa

Mientras China —ese amigo que te apoya pero revisa tu cartera— ofrecía “inyectar factores positivos” (léase: petrodólares), Israel y EEUU se felicitaban por haber logrado “calma por calma”, un concepto tan innovador como decir que respirar es intercambiar oxígeno por dióxido de carbono.

Al cierre de esta tragicomedia, los civiles de ambos bandos intentaban reconstruir sus vidas entre escombros literales y metafóricos, mientras los líderes —esos maestros del doblepensar— ya preparaban el próximo acto: “negociaciones de paz”, o lo que en este circo se llama “entreacto entre explosiones”.