Conéctate con nosotros

Internacional

El G7 declara a las empresas de EE.UU. inmunes a la justicia fiscal global

El exclusivo club de las siete potencias decide que las reglas fiscales son solo para algunos.

Avatar

Publicado

en

En un giro que sorprende a nadie, el G7, ese exclusivo club de países que juegan a ser los directores del mundo, ha decidido solemnemente que las empresas estadounidenses son demasiado especiales para pagar impuestos como el resto de los mortales. Tras meses de intensas negociaciones (léase: cafés caros y palmaditas en la espalda), los líderes de las siete economías más poderosas acordaron que, mientras el resto del planeta se ahoga en regulaciones fiscales, las corporaciones de EE.UU. merecen un pase VIP al paraíso de las exenciones.

El comunicado, redactado con la delicadeza de un elefante en una cacharrería, asegura que esta medida es un “hito para la estabilidad tributaria internacional”. Traducción: “Nos rendimos ante el lobby estadounidense, pero lo disfrazamos de diplomacia”. El gobierno de Donald Trump, siempre tan sutil como un martillazo, había amenazado con retirarse del acuerdo fiscal global como un niño que se lleva su pelota a casa. En respuesta, el G7 optó por la estrategia del «sí, lo que usted diga, señor Trump».

Según fuentes cercanas al asunto (o sea, un tuit de Bloomberg), los funcionarios estadounidenses lograron eliminar una parte clave del plan fiscal que, horror de horrores, habría obligado a las multinacionales a tributar como seres humanos normales. En su lugar, se implementará un “sistema de cooperación bilateral”, lo que en cristiano significa: “Ustedes no nos tocan nuestros impuestos, y nosotros no les tocamos los suyos… mucho”.

Anuncio

El Secretario del Tesoro, Scott Bessent, argumentó con lágrimas en los ojos (metafóricas, claro) que las normas del Pilar 2 eran “discriminatorias” contra las pobres empresas estadounidenses, ya sometidas al yugo de pagar… casi nada. La solución propuesta fue tan creativa como injusta: eximir a las corporaciones de EE.UU. de cualquier regla que les obligue a compartir sus ganancias con el resto del mundo. ¡Viva la soberanía fiscal! (Siempre que sea la de ellos).

Mientras tanto, el gobierno británico, en un arranque de sinceridad inusual, admitió que las empresas locales estaban indignadas. “¿Por qué ellos sí y nosotros no?”, clamaban los directivos entre sorbos de té. La ministra de Hacienda, Rachel Reeves, prometió “colaborar” con sus socios internacionales, lo que seguramente implica enviar una carta muy firme… y luego hacer exactamente lo que diga Washington.

En resumen, el G7 ha demostrado una vez más que, cuando se trata de justicia fiscal, algunos animales son más iguales que otros. Y los más iguales, por supuesto, son los que tienen el ejército más grande.

Anuncio
Anuncio

Ultimas Publicadas

Anuncio

Lo mas visto del día