El gobierno redefine el daño ambiental para beneficio de la industria

En un giro magistral de lógica corporativa, tres senadores demócratas descubrieron que la administración Trump ha inventado una nueva fórmula matemática: extinción + burocracia = progreso económico. Resulta que, según los genios del Servicio de Pesca y Vida Silvestre, destruir el hábitat de un puma de Florida no cuenta como “daño” siempre que lo hagas con una sonrisa y un permiso de construcción. ¡Tomen nota, ecocidas! Ahora pueden arrasar bosques alegando inocencia: “Lo juro, honorable juez, solo quería un centro comercial, no matar al último búho moteado”.

La carta de los senadores —esa reliquia de la democracia— cuestiona cómo planea el gobierno proteger especies cuando su Departamento de Eficiencia Gubernamental (alias DOGE, dirigido por el mismo Elon Musk que sueña con colonizar Marte mientras la Tierra arde) recorta presupuestos más rápido que un leñador en el Amazonas. La ironía es sublime: mientras los lobos grises y las ballenas jorobadas celebran su lenta recuperación, algún burócrata con corbata decide que su hogar ya no es “esencial”. ¿Acaso esperaban que las águilas calvas firmaran un contrato de arrendamiento?

Los ambientalistas, esos románticos que insisten en que “las especies necesitan dónde vivir”, prometen llevar el caso a los tribunales. Pero, ¿qué puede hacer la justicia contra el argumento definitivo? “Señoría, mi cliente no ‘tomó’ al manatí, el manatí se interpuso en su derecho constitucional a contaminar”. La propuesta, ahora en periodo de “comentarios públicos” (traducción: 30 días para que las empresas escriban sus deseos en papel membretado), podría convertir la Ley de Especies en Peligro en un certificado de defunción con logo oficial. Eso sí, con descuento para socios de la industria.

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Mientras los departamentos de Comercio e Interior “no responden correos” (estrategia probada ante preguntas incómodas), los científicos calculan cuántos informes de extinción equivalen a un punto en el Dow Jones. Por suerte, siempre nos quedará Marte… hasta que Musk decida que los marcianos también ocupan espacio útil.