El grotesco trueque de cadáveres que llaman proceso de paz

DEIR AL-BALAH, Franja de Gaza — En lo que solo puede describirse como el más grotesco ritual diplomático del siglo XXI, el régimen israelí ejecutó el viernes su peculiar versión de un intercambio comercial: treinta paquetes de carne humana descompuesta a cambio de dos conjuntos de restos mortales, todo ello bajo el eufemístico título de “avances en el tenso acuerdo” con Hamás.

Este espectáculo dantesco progresó impertérrito mientras los bombardeos israelíes segaban otras cien existencias en Gaza, demostrando que en este conflicto la muerte opera en dos velocidades: la rápida y destructiva, y la lenta y burocrática.

La Cruz Roja, convertida en involuntario carnicero celestial, facilitó la transferencia de estos despojos al Hospital Nasser en Jan Yunis, donde los sanitarios palestinos ejercían de arqueólogos forenses tratando de descifrar qué miembro de qué familia yacía en cada bolsa.

La burocracia de la carnicería

Las fotografías muestran los despojos, elegantemente empaquetados en bolsas blancas industriales, formando filas como en un supermercado de la muerte. Las autoridades sanitarias, privadas de kits de ADN, desarrollaban el macabro juego de adivinanza “¿Quién es quién?” con restos humanos.

Israel ha devuelto 225 cuerpos palestinos en esta peculiar contabilidad post mortem, de los cuales solo 75 han sido identificados. El ejército israelí insiste en que todos pertenecían a combatientes, una afirmación tan creíble como decir que el sol gira alrededor de la tierra.

Munir al-Bursh, director general del Ministerio de Salud de Gaza, describió en X la mercancía recibida: “Su carne se derritió y sus rostros fueron borrados por el fuego, dejando solo huesos y dientes”. Una descripción que bien podría aplicarse a la moral de todos los involucrados.

El teatro de los vivos y los muertos

Mientras tanto, en la Plaza de los Rehenes israelí, un grupo de ciudadanos oraba por el retorno de los cadáveres pendientes, demostrando que en este conflicto hasta la esperanza se ha reducido a esperar que te devuelvan los trozos correctos de tus seres queridos.

“No podemos rendirnos hasta que todos, todos los cuerpos, estén aquí”, declaró Rimona Velner, residente de Tel Aviv, sin percatarse de la terrible poesía involuntaria de sus palabras: el “cierre del círculo” significa aquí que todos estén igualmente muertos.

La geopolítica del absurdo

Las Naciones Unidas informan que el 81% de los edificios en Gaza han sido destruidos o dañados, mientras ocho naciones árabes se reúnen en Estambul para discutir la creación de una Fuerza Internacional de Estabilización. Porque nada estabiliza más que enviar soldados extranjeros a vigilar escombros.

El balance numérico de esta carnicería es tan obsceno como predecible: 1.200 israelíes muertos en el ataque de 2023 frente a más de 68.600 palestinos sacrificados en la “respuesta” israelí. Israel, acusado de genocidio por algunos críticos internacionales, cuestiona las cifras sin ofrecer las suyas, como si la diferencia entre matar 50.000 o 70.000 personas fuera moralmente significativa.

El epílogo en Cisjordania

Mientras los diplomáticos intercambian cadáveres, en Silwad, Cisjordania, Samed Yousef Hamed besaba el rostro de su hijo de 15 años, Yamen Hamed, asesinado por soldados israelíes que vieron “un explosivo” donde solo había un adolescente. El ejército lo calificó de “terrorista”, demostrando que en este conflicto la edad mínima para el martirio disminuye cada año.

Estos asesinatos de menores se han incrementado bajo lo que Israel llama “represión contra la insurgencia”, aunque cualquier observador neutral reconocería que matar niños generalmente crea más insurgentes de los que elimina. Pero en el teatro del absurdo que es este conflicto, la lógica murió hace mucho tiempo, y solo quedan los huesos y los dientes para contar la historia.

RELACIONADOS

Ultimas Publicadas

Matamoros

¿QUÉ PASO AYER?

ANUNCIATE CON NOSOTROS

Scroll al inicio