El huracán Melissa expone la farsa de la preparación estatal
Tras realizar su tour de destrucción por Jamaica, la diva atmosférica huracán “Melissa” hizo su grandiosa presentación en Cuba, Haití y la República Dominicana, dejando a su paso un paisaje apocalíptico y un elenco de al menos 20 actores secundarios fallecidos y 10 extras desaparecidos en esta tragicomedia natural.
“La cifra provisional de estatuas humanas derribadas asciende a 20, hay 10 figurantes extraviados y daños materiales cuantiosos, como es tradición. La búsqueda de culpables… digo, de supervivientes, continúa”, declaró con solemnidad burocrática el sumo sacerdote de la Protección Civil, Emmanuel Pierre, en lo que ya es un ritual post-ciclón.
Las autoridades, maestras en el arte de la precisión retrospectiva, elucidaron que las víctimas fueron obsequiadas por las inundaciones, un regalo del desbordamiento del río La Digue en la pintoresca localidad de Petit Goave. Un recordatorio más de que la naturaleza insiste en escribir guiones donde las instituciones solo leen monólogos.
Mientras, en la parte dominicana de la isla de La Española, se reportó otra víctima, porque en el gran teatro del desastre, la equidad en el reparto de tragedias es lo único verdaderamente democrático. El meteoro, ahora degradado a merecida categoría 3 tras su actuación estelar, se dirige con previsible inevitabilidad hacia las Bahamas, donde se espera que firme autógrafos con ráfagas de hasta 170 km/h.
En Cuba, el monumental aparato estatal demostró su eficacia ordenando la evacuación de al menos 735,000 almas—una cifra tan redonda como inverosímil—en las provincias orientales. Una coreografía de masas donde se cerraron escuelas, comercios y oficinas gubernamentales, estos últimos, irónicamente, lugares donde a menudo se simula trabajo y se genera poco más que papeles mojados.
“La noche fue muy compleja”, tuiteó el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, desde la comodidad de su conexión a internet, instando a los ciudadanos a “permanecer en sus casas”. Una directriz magistral, si uno ignora que para muchos, su casa es precisamente lo que el ciclón se llevó.
El absurdo ritual de contar los muertos
Según el oráculo moderno del Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos (NHC), el huracán ha sido rebajado a categoría 3, como si clasificar la fatalidad pudiera aminorar su impacto. “Melissa continúa su imparable paseo por el este de Cuba”, profetizó el boletín, anunciando vientos dañinos, lluvias torrenciales, inundaciones y peligrosas marejadas ciclónicas. En otras palabras, la naturaleza repite su monólogo de fuerza bruta, mientras la civilización responde con el mismo guión de impotencia y cifras provisionales.

















