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Internacional

El ocaso del MAS redefine el futuro político de Bolivia

Un terremoto político redefine el mapa de poder, forjando alianzas inéditas y un futuro de negociación.

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La Paz, Bolivia: Un Nuevo Amanecer Político

El paisaje político boliviano ha experimentado una transformación sísmica. Tras casi dos décadas de dominio incuestionable, la hegemonía del Movimiento Al Socialismo (MAS) se ha fracturado, obteniendo una representación mínima de apenas dos diputados y ningún senador en la Asamblea Legislativa Plurinacional. Este resultado, oficializado por el Tribunal Supremo Electoral, no es una simple derrota electoral; es el fin de una era y el nacimiento forzoso de una nueva arquitectura de poder.

Foto: Agencia AP.

El escenario ahora se configura para una contienda histórica: una segunda vuelta presidencial el 19 de octubre entre el candidato centrista, Rodrigo Paz, y el representante de la derecha, Jorge “Tuto” Quiroga. Este balotaje simboliza la polarización de un electorado que ha abandonado masivamente el proyecto oficialista.

La distribución de escaños pinta un panorama de absoluta fragmentación. De los 166 asambleístas, el partido de Paz obtuvo 65 curules, la agrupación de Quiroga 51, y la alianza del empresario Samuel Doria Medina logró 32. Fuerzas menores, como Súmate de Manfred Reyes Villa, completan un tablero donde el consenso será la moneda de cambio.

En un gesto que anticipa los desafíos venideros, el presidente Luis Arce y Rodrigo Paz se reunieron en el Palacio de Gobierno para dialogar sobre una “transición pacífica” y abordar la crisis económica más severa en décadas. Quiroga, en una jugada estratégica, declinó la invitación, exigiendo acciones concretas del gobierno para atender la emergencia nacional.

¿Qué provocó este colapso? La respuesta yace en una tormenta perfecta: una gestión económica crítica y una guerra intestina por el control del partido entre el expresidente Evo Morales y el actual mandatario Luis Arce. El MAS, fracturado, presentó al exministro Eduardo Del Castillo, quien rozó el umbral mínimo para mantener la personería jurídica del partido con un magro 3.17% de los votos. El voto nulo, impulsado por Morales, alcanzó un récord histórico del 19.87%, evidenciando el profundo malestar y la estrategia de desobediencia del expresidente.

Analistas como la comunicadora Verónica Rocha hablan de un “desmembramiento” del bloque nacional popular y un desplazamiento hacia la centroderecha. Para el politólogo Diego von Vacano, este resultado señala que “el MAS está prácticamente muerto como partido”, marcando potencialmente el fin de un ciclo de la izquierda en Bolivia, aunque reconociendo que Evo Morales conserva una influencia poderosa.

El camino que se abre es el de la negociación. Ninguna fuerza alcanzó la mayoría calificada de dos tercios necesaria para legislar de manera unilateral. El ganador del balotaje se verá obligado a tejer pactos y alianzas transversales, un ejercicio inédito de construcción de consensos que podría, paradójicamente, fortalecer la democracia boliviana a través de la necesidad de escuchar al otro. El viejo monólogo ha terminado. Comienza el difícil pero necesario diálogo de la nación.

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