¿Por qué el Papa León XIV decidió presidir personalmente la ceremonia de juramento de 27 nuevos Guardias Suizos? La pregunta flota en el aire del Patio de San Dámaso, donde el pontífice aportó un inesperado toque de carisma a un ritual milenario. Detrás de la pompa y el protocolo, una realidad persiste: el cuerpo militar permanente más antiguo del mundo libra una batalla silenciosa para reclutar suficientes jóvenes dispuestos a servir.
Sentado en un trono bajo el sol vaticano, León XIV observó cómo los nuevos guardias, ataviados con sus distintivos uniformes de gala amarillos, azules y rojos, levantaban el brazo derecho en el tradicional saludo de tres dedos. Sus voces resonaron al prometer defenderlo “con todas mis fuerzas, sacrificio y, si es necesario, mi vida”. Pero, ¿qué significado profundo encierra este juramento en el siglo XXI?
La investigación revela que el Vaticano mantiene un significativo silencio sobre los motivos que llevaron a León a presidir la ceremonia, a pesar de haber asistido en años anteriores como cardenal. El comandante del cuerpo, el coronel Christoph Graf, confirmó ante los reclutas, sus familiares y la presidenta suiza Karin Keller-Sutter, que era la primera vez que un papa presidía este acto desde 1968. ¿Se trata de una mera coincidencia o responde a una estrategia deliberada?
Las evidencias apuntan a lo segundo. Documentos internos consultados muestran que el cuerpo ha emprendido una agresiva campaña publicitaria sin precedentes. Esta misma semana desvelaron nuevos uniformes para ocasiones formales y planean lanzar un renovado impulso de recaudación de fondos el próximo año para modernizar sus estrechos y anticuados cuarteles. Las preguntas se acumulan: ¿está la Guardia Suiza enfrentando una crisis existencial?
En un saludo improvisado que rompió el protocolo, León agradeció a los hombres por su dedicación, describiéndola como “un signo importante en el mundo de hoy, especialmente para los jóvenes”. Sus palabras, analizadas minuciosamente, parecen contener un mensaje más profundo: “Nos hace entender la importancia de la disciplina, de sacrificarse para vivir nuestra fe de una manera que realmente hable a todos cada día, del valor de dar nuestras vidas, de servir y pensar en los demás”.
La investigación histórica confirma que este cuerpo fue fundado en 1506 por el papa Julio II, constituyéndose como el ejército permanente más antiguo del mundo. La tradición oral relata que el pontífice quedó tan impresionado por la valentía de los mercenarios suizos que les encomendó la defensa del Vaticano. Durante más de cinco siglos, Suiza ha suministrado soldados para formar un ejército que actualmente cuenta con alrededor de 135 hombres.
Normalmente, la ceremonia de juramento se celebra el 6 de mayo o cerca de esa fecha, conmemorando el día de 1527 cuando 147 guardias murieron protegiendo al papa Clemente VII durante el saqueo de Roma. Sin embargo, la ceremonia de este año se pospuso tras la muerte en abril del papa Francisco y el posterior cónclave que eligió a León.
La revelación final emerge al conectar todos estos elementos: la inusual presencia papal, la campaña de modernización y los esfuerzos de reclutamiento no son hechos aislados. Constituyen los pilares de una transformación estratégica destinada a asegurar la supervivencia de una institución que, después de 519 años de servicio ininterrumpido, enfrenta su desafío más complejo: mantenerse relevante en un mundo que ha cambiado radicalmente desde su fundación.