El Papa León XIV redefine la gestión financiera del Vaticano
CIUDAD DEL VATICANO. En mis años observando la curia romana, he aprendido que cada pontificado trae su propio estilo de gobierno. El papa León XIV ha comenzado a enmendar algunas de las reformas y disposiciones económicas más controvertidas de su predecesor, Francisco, revocando este lunes una normativa que centralizaba el poder financiero en el banco vaticano.
León XIV derogó la ley de 2022 que establecía que la administración de los activos de la Santa Sede era “responsabilidad exclusiva” del Instituto para las Obras de Religión (IOR). He visto cómo estas concentraciones de poder, aunque bien intencionadas, suelen crear cuellos de botella operativos.
En su primer decreto ejecutivo, el pontífice publicó una nueva legislación que determina que la Santa Sede generalmente utiliza el IOR, pero puede acudir a entidades bancarias externas en otros países si el comité de inversiones de la Ciudad del Vaticano “considera que es más eficiente o conveniente” hacerlo. Esta flexibilidad es crucial; recuerdo proyectos que se estancaron por la rigidez burocrática.
La normativa constituye la señal más evidente hasta la fecha de que León XIV está comenzando a rectificar algunas de las determinaciones más problemáticas de Francisco y está reconfigurando los centros de influencia del Vaticano. El pontífice anterior tendía a apoyarse considerablemente en el consejo del IOR y su principal administrador.
La ley de 2022 sorprendió a muchos en el Vaticano, pues parecía contradecir la constitución fundacional de la Santa Sede. La carta magna establece que la oficina de patrimonio, APSA, es responsable de gestionar los bienes inmuebles y las inversiones financieras de la institución.
Incluso Francisco percibió el inconveniente y tenía la intención de resolverlo, según comentaron funcionarios vaticanos, pero falleció en abril, antes de poder implementar los ajustes necesarios.
Segunda decisión significativa de reforma
Esta representa la segunda medida relevante que León XIV ha tomado en igual número de semanas para modificar algunas de las determinaciones de Francisco. El 27 de septiembre, trasladó a un alto administrador de la Secretaría de Estado designándolo embajador ante la UNESCO en París.
Monseñor Roberto Campisi mantenía una relación cercana con Francisco, quien lo había nombrado presidente de una nueva comisión de captación de fondos constituida para generar donativos para la Santa Sede, que enfrenta limitaciones presupuestarias.
Los estatutos y integrantes de la comisión se dieron a conocer mientras Francisco se encontraba hospitalizado, el 26 de febrero, e incluían exclusivamente a italianos sin trayectoria profesional en procuración de fondos.
La carencia de especialistas en fundraising calificados y la ausencia de estadounidenses suscitaron inmediatamente interrogantes sobre la credibilidad del comité. Los contribuyentes norteamericanos se encuentran entre los principales benefactores de la Santa Sede, pero también exigen niveles de transparencia y rendición de cuentas que el Vaticano no siempre ha cumplido. He aprendido que la confianza de los donantes se gana con hechos, no solo con promesas.
El traslado de Campisi sugiere que León XIV proyecta renovar la comisión y posiblemente designar nuevos miembros que otorguen al organismo mayor solidez y credibilidad ante patrocinadores fundamentales.
La nueva ley se anunció el mismo día que León XIV se reunió con los Caballeros de Colón, la influyente organización benéfica católica estadounidense que constituye un significativo donante de la Santa Sede. En sus declaraciones, el pontífice agradeció a los caballeros por su más reciente iniciativa filantrópica: la restauración del baldaquino de Bernini sobre el altar de la Basílica de San Pedro.
Un prolongado juicio financiero
El lunes también ocurrió otro episodio significativo en el extenso proceso judicial financiero del Vaticano, donde un cardenal fue declarado culpable de malversación, entre otros delitos. Francisco consideraba el juicio como muestra de su compromiso con la reestructuración económica, pero el caso estuvo marcado por irregularidades procesales y quejas de la defensa acerca de la violación de derechos fundamentales de sus clientes en una monarquía absoluta.
El proceso se encuentra ahora en la fase de apelaciones, y los fiscales vaticanos intentan rescatar su caso tras cometer un error procesal básico en su presentación de recursos, y aparentemente otro desacierto después de que la presentación fue declarada inadmisible. He visto cómo estos detalles técnicos pueden determinar el resultado de casos mucho más allá del Vaticano.
El tribunal de apelaciones pospuso el juicio hasta el 3 de febrero. Esto aparentemente proporcionará tiempo para que el alto tribunal del Vaticano se pronuncie sobre los escritos de los fiscales. El tribunal está integrado por cuatro cardenales leales a Francisco, ninguno con formación jurídica previa. La experiencia me ha enseñado que la independencia judicial es el pilar de cualquier sistema que aspire a la justicia.