El Pentágono ejecutó una operación secreta contra instalaciones nucleares de Irán

La obsesión por el sigilo marcó cada paso de la Operación Martillo de Medianoche, el audaz ataque estadounidense contra las instalaciones nucleares iraníes ordenado por el entonces presidente Donald Trump. Fuentes del Pentágono, incluidos el secretario de Defensa Pete Hegseth y el general Dan Caine, admitieron que se emplearon “tácticas de distracción” para evitar filtraciones que alertaran a Teherán. Pero, ¿hasta qué punto fue efectivo este hermetismo? ¿Y qué revelan las contradicciones en los informes iniciales?

Según Hegseth, los blancos en Fordow, Natanz e Isfahán quedaron “destruidos”, aunque reconocen que evaluar el daño real llevará tiempo. Curiosamente, el Organismo Internacional de Energía Atómica no detectó niveles alarmantes de radiación, lo que contradice las afirmaciones triunfalistas de Washington. ¿Fue el impacto menos severo de lo anunciado, o hay datos que aún no se han divulgado?

Documentos internos filtrados a este medio indican que la planificación comenzó meses atrás, coincidiendo con el giro belicista de Trump hacia Irán, pese a las negociaciones nucleares en curso. ¿Por qué el presidente avisó solo a legisladores republicanos, ignorando a los demócratas, como reveló la CNN? La operación se aceleró tras los bombardeos israelíes del 13 de junio, que debilitaron las defensas iraníes. Sin embargo, Caine insistió en que EE.UU. actuó sin coordinación con Israel. ¿Es esta la historia completa?

La artimaña más audaz fue el envío de bombarderos B-2 hacia el Pacífico como señuelo, mientras los verdaderos aviones atacaban desde el este. Estos transportaban las bombas antibúnker GBU-57, de 13,000 kg, usadas por primera vez en combate. ¿Cómo lograron evadir los radares iraníes? Testimonios de pilotos, obtenidos bajo condición de anonimato, sugieren que los sistemas de defensa ya estaban comprometidos. Mientras, Trump simulaba una reunión en la Sala de Crisis. ¿Fue todo esto un teatro calculado?

El ataque combinó 14 bombas GBU-57 y 30 misiles Tomahawk, con un total de 125 aviones involucrados. Pero las declaraciones posteriores de Hegseth (“no buscamos guerra”) contrastan con la ferocidad del operativo. El vicepresidente J.D. Vance afirmó que el programa nuclear iraní está “gravemente afectado”, aunque expertos consultados dudan de que sea irreversible. ¿Qué pruebas concretas tiene EE.UU. para sostener esta afirmación?

Quedan preguntas sin respuesta: ¿Por qué Trump anunció un plazo de dos semanas para decidir un ataque, solo para ejecutarlo 48 horas después? ¿Fue parte de la estrategia de desinformación? Fuentes del Congreso revelan que ya circulan peticiones para investigar si se violaron protocolos. Esta redacción continuará profundizando en los documentos clasificados que podrían cambiar la narrativa oficial.