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El Teniente repite la pesadilla de los mineros atrapados

Un derrumbe en la mina más grande del mundo pone en jaque a equipos de rescate y autoridades.

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El Teniente repite la pesadilla de los mineros atrapados

Foto: Agencia AP.

SANTIAGO — En un guión que parece copiado de los peores melodramas corporativos, la mina El Teniente —esa catedral subterránea del cobre donde el capital y el riesgo juegan a la ruleta rusa— vuelve a protagonizar su propia versión de “Atrapados sin salida”. Esta vez con cinco actores principales desaparecidos, un muerto de reparto y un presidente de figurín.

Las autoridades, en un alarde de originalidad, repiten el libreto de siempre: “Avanzamos metro a metro” (como si excavaran con cucharas de postre), “tenemos tecnología de punta” (aunque los mineros sigan comunicándose por golpes en las paredes) y el clásico “existen refugios seguros” (que casualmente nunca aparecen cuando se necesitan). Andrés Music, director de esta tragicomedia institucional, asegura saber “exactamente dónde están” los trabajadores, aunque no pueda hablar con ellos —quizás porque en Codelco confunden GPS con adivinación.

Mientras tanto, el presidente Boric hizo su aparición estelar en el lugar —cumpliendo el ritual obligado de líderes que llegan tarde a las catástrofes— para ofrecer discursos inflamables y fotos con familiares desesperados. Su promesa de usar “toda la tecnología del mundo” contrasta con el hecho de que los rescatistas siguen trabajando con picos y palas, como en la fiebre del oro de 1848.

El derrumbe, atribuido cínicamente a un “sismo en el sector” (nunca a la sobreexplotación de galerías), ocurre en la misma mina que presume de ser la más grande del mundo —título que parece medirse en metros cúbicos de riesgo laboral—. Mientras escribimos esto, 500 obreros evacuados y 2,500 más en “refugios” (léase: pasillos menos inestables) esperan que el próximo temblor no los convierta en estadísticas.

Chile, ese país donde la tierra tiembla más que las conciencias empresariales, repite la misma farsa: entierran mineros vivos para extraer metales muertos. Y aunque el espectáculo mediático del rescate de los 33 en 2010 nos dio un final feliz, aquí la moraleja sigue siendo la misma: en la minería chilena, los protocolos de emergencia siempre llegan después que los derrumbes.

Epílogo: Mientras las acciones de Codelco siguen cotizando en alza, el valor de la vida humana en las mineras sigue en su punto más bajo. ¿Coincidencia? La historia sugiere que no.

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